Dejaron en mi pecho la forma de una extraña belleza. Señalaron mis días como el paseante del eclipse, el delgado ser semejante a un lápiz de escuela. Los semidioses, acorazados bajo el formato de una deflacción, impidieron que comprara nada que no fuera transgénico, ni fotovoltáico ni elusivo. Precisé una dosis de marihuana cuando divisaba la presencia de dos obispos romanos acariciando la púrpura.
Sentí la santidad de un evento semejante al ya vivido siendo faraón en un casa de semiputas en Holanda. Con qué ligereza se tiende a putear en femenino plural habiendo putos o putones de brazo marinero y estirpe de pene a lo procónsul romano.
Los hados hedían. Cloacas abiertas para que me enterneciera al oir el canto de las ninfas de un bosque en llamas. Rebajas hasta en los estantes de media de nylón o calzoncillos renovados del mejor algodón de Egipto. Pornografía al servicio de homilias programadas en beneficio de los mil suicidios de árboles del thé. Mi nombre huele a precocidad, precocinada entre los barbitúricos de una madre lesbiana y un padre trompetista, decorador de habitaciones para lactantes nacidos precozmente.
Siento pasión por cualquier texto que caiga en los dedos de mis pies. Mi fortaleza moral se basa en un sólo principio: no tenerla. Vine de lejos, de aquellos lugares donde nada sirve para nada y todo es la misma revelación de un dios que se viste de corista. Bebí del bronceado pecho de una la mejor bailarina del Café la Piña Verde. aún conservo el tatuaje en la cabeza de mi pene, como herpes genital que tiene ritmo.
¡ Y bien, hermanas y hermanos ! Hagamos una pausa para que cualquier corazón cansado pase al ambigú y se tome un ron fresquito. Nadie se muera todavía, por favor...Nos quedas años de risa entre los apretados culos de los políticos y las gracias divinas de cualquier sonrisa en forma de fin del mundo.
¡Hermano! Parece el Vicario de Roma con su singular homilía, bendita sea su santa voluntad, hoy quebrantaré mis votos de abstinencia y pasemos al ambigú a libar de ese ron fresquito.