Se lo dijeron y adquirió el compromiso de cumplir todas las reglas, todas las premisas. Significaba ser diferente, alcanzar la distancia entre los objetos y ese algo señalado y diferente que denominaba su carácter de sujeto. Sobre sus manos, el libro lo describía todo.
¿ Por qué no alcanzar la plenitud en la nada ?. Regresó, una vez más, a la soledad de su estancia decorada y mirándose descubrió que todo estaba allí reflejado, que sus rasgos se correspondían con los descritos, que su palidez incluía una cierta semejanza con lo inexistente.
Los ecos de mil voces agradecían, una y otra vez, la simple creación de un encuentro fortuito. Voces que resonaban entre las cuatro paredes de una creatividad indolora.
Y fue así como encontró su sueño. Se adueñó de la posibilidad y alcanzó la nada. La inmortalidad del silencio ausente de presencias, la eclosión de lo auténtico, distante de la realidad impuesta para ser.
Regresó, una vez más, a la soledad de su estancia decorada y mirándose descubrió que todo estaba allí reflejado, que sus rasgos se correspondían con los descritos, que su palidez incluía una cierta semejanza con lo inexistente.
Todo esta allí en su mismo lugar y muchas veces por nuestra ceguera pensamos que ya no esta. Las cosas están frente a nuestros ojos y nos desesperamos por encontrarlas.
Tu escrito siempre deja un mensaje y tiene mucha sustancia. Gracias por compartir tu pensar y sentir.
Un abrazo enorme.
Serge.