Cambiante el espectro de la luz, sobre la ola,
centellea un silencio de burbuja.
Me duele mirar, y en la distancia, un tumulto de horizonte.
Velando sobre la orilla,
aquí, donde cada grano de arena me enseñó todo el mar,
sucumbo al sueño en un rumor de sirenas invisibles.
Cuando amanezca me dirás que el brillo de la hoja
era un sueño vegetal, un juego de sortilegio de noche,
la suavidad de un deseo de acuarela.
En lo innecesario de escuchar otra palabra,
me dirás que cese, que aturda mis sentidos,
que recoja las velas de un barco de papel en el océano:
y así lo haré,
porque presiento la frialdad de un vacío que se ofrece
desde lontananza, hasta el borde mismo de cualquier
corazón cansado.
Es verdad, la luz se descompone en varios colores al atravesar el espacio del agua. Al leerte, me sentí, en ciertos aspectos, descrito. Y es que a veces me siento anciano, y otras, un joven cansado.
La rutina es capaz de asesinar cualquier nuevo grano de arena, pues, aunque sean iguales, cada uno representa un espacio propio dentro del universo. Nuestra vista engañada, ahora para nosotros, cada grano de arena es lo mismo, sin pena ni gloria.
Es un placer enorme leerte, pero lo es aun más, que me leas. Te o digo sinceramente.
SALUDOS!