Acortas tus razones.
Das prioridad a una nada que conforma tu estado
y crees seguir el itinerario correcto,
el mismo puente por donde todos pasamos.
Las palabras no suenan del mismo modo; hoy aquí.
mañana en otro lado.
Buscas el ejercicio constante, la brida que evita
que el viento te arrastre:
simplemente porque dejas sobre un soporte
tus líneas de emoción.
¿ Qué vale la pena ? Esa pena ignota, real, uniforme,
la que conforma tu esencialidad y nada dice y todo calla.
Ahí, en mitad de la ironía juegas a ser indiferente a lo obligado.
Nadie a dejado de amar su propio amor, el suyo,
el único que parece conocer.
Acomódate al servicio del juego corto, de la línea marcada,
del límite en el que, sin buscar nada
observas miradas en un mar remoto.
Me gustó. "nadie a dejado de amar su propio amor" suena tanto como una provocación a amar algo que no sea propio, a dejar de ser como todos, como yo mismo.- Bueno, así lo he leído, me gustó. Felicitaciones, saludos cordiales.