Serán solo cien palabras. Lo prometo. Las últimas cien palabras. Las puedes contar. Si ni con esas consigo hacerte tomar una última copa, prometo, no rondarte más, regresar a la inseguridad, a las sombras y a la soledad de la mala compañía. Olvidarlo, igual que otra confusión. Borrando del pensamiento la curva de tus labios. Empezando de nuevo a sobrevivir, con lo que eso significa. Van sesenta y tantas y tu boca, sigue actuando de opresora. Pretendo erizarte cada centímetro de la piel y sin embargo, sigues, durmiendo casi a diez mil kilómetros de mí: en la otra punta del sofá.
Libélula, me alegra que te gustara.
Remi, si la distancia a veces es algo muy físico. Otras no tanto.
Clopezn, si el abismo a veces es demasiado cercano.
Diego, si a veces la vida destruye cualquier teoría.