Mientras las calles dormían entre sus apacibles sueños, mientras las luces descansaban, mientras los ojos cerrados estaban, mientras los sueños se transformaban en pesadillas, mientras la luz tenue de la noche manchaba sus dedos, ella está ahí sola y desvalida.
Y dentro de sus metáforas cerebrales, detrás de un vacío profundo Y desgarrado fotografiado en su mirada, entre los sonidos acallados por una mordaza de miedo, arrastrándose entre los diáfanos recuerdos de una antepasada historia, ella sigue aún latente.
En la oscuridad de la habitación, junta sus labios frente al espejo; mientras su mano derecha toma entre sus dedos un cepillo de peinar, y con la otra un arma nueve milímetros cargada con segundos eternos disfrazados de balas.
Y mientras los perros aullaban bajo los pocos faroles encendidos, ella deja que una lágrima corra por su rostro.
Mientras un niño de doce años se masturbaba bajo las sábanas, ella se desangra por dentro.
Mientras un juguete dejado en las escaleras se convierte en una firma de una niñez latente, ella toca sus pechos y se da cuenta que ya no son tan pequeños como antes.
Corre, corre desconsolada dentro de su intrincada mente
Grita tocando puertas vacías y que nadie contesta a su llamado
Descalza en el frío piso de sus recuerdos
Sus manos se deslizan desconsoladamente en las paredes desgarradas por sus pensamientos
Entra en pánico, no escucha nada, no siente nada
Sólo el frío le traspasa los huesos
Sólo la sensación de soledad husmea entre sus poros
Y entre sus ojos la tristeza se convierte en un abrazo eterno.
Corre, corre, corre muerta de pánico
No sabe a dónde ir, no sabe donde detenerse, no sabe qué camino tomar
Entre sus manos la observa detalladamente
Está fría, húmeda, siente su alma, siente su piel.
Y quizás ese era el único llamado frente a sus atormentados pensamientos, y sus intricados laberintos que ella misma dibujó dentro de su cabeza.
- Un hasta nunca, quizás (dijo en voz baja)
Y con su mano derecha, hala el gatillo.
Un rastro de sangre se dibujó en el álbum familiar
Ahora el pánico ya no está
Ahora nadie sabe el por qué la pequeña Alicia se ha ido.
Entra en pánico, no escucha nada, no siente nada
Sólo el frío le traspasa los huesos
Sólo la sensación de soledad husmea entre sus poros
Y entre sus ojos la tristeza se convierte en un abrazo eterno.
Sobrecogedor, Nigth.
Un abrazo.