Paradigmas de una Mente
Freudiana!!! (1º Parte)
Abarrotados de hojas inconclusas con finales despedidos, se encontraban los pies; botellas vacías de ron y whisky barato, se dispersan sobre el tapete como objetos inanimados que esperan por mis ansias perdidas; palabras difusas de una estación de radio mal sintonizada que está sujeta al fondo, como una brújula mal calibrada que no apunta a ningún destino en concreto. Perdido en medio de aquel retrato inmemorial, vacío y tosco, de una vida humana más cercana a la realidad que lejos de una irrealidad premeditada.
Han pasado ya dos semanas enteras y los días se han vuelto cada vez más lúgubres y pesados, callados, muertos, fulminados por el tiempo real que avanza y avanza sin cesar, descalibrando cada uno de mis sentidos; ya mi vista se ha vuelto difuminada, mi olfato se revuelca con los charcos de alcohol, mi tacto se ha perdido en lo lejos de las páginas de cuentos infantiles que no terminan y ni empiezan con sentido alguno, las letras del teclado envejecido se han vuelto agrias, mi gusto se empecinó en volverme objeto de mi propia realidad; ya todo lo he dado por hecho, desde mi inicio, hasta el punto y final que concluye mi historia, una historia que nunca empezó y ahora se tambalea entre un desenlace que trata de no menospreciar hasta al más mínimo lector.
- Porquerías anglosajonas (me dije a mi mismo), todo es una porquería imperfecta que trata de ser amigable ante el más tosco de los humanos, es él que busca comprar este tipo de basura disfrazada de literatura.
Ya llevaba dos semanas completas, y ni un papel se había hecho acreedor de poseer un relato coherente y bien definido.
La barba se me ha vuelto espesa, el reloj sigue su rumbo, el tic tac incesante retumba en mis oídos, como las bocinas de los carros, como los ladridos de los perros, como el sonido de la soledad misma.
- ¡¡Patrañas!! Todo es una patraña enmascarada de verdades, enmascarada de talento, disfrazada de arte. Poner un punto y una coma en donde tu corazón dicte, los convierte en párrafos mal trechos que se arrastran a la piedad de una buena objeción de los críticos (grité desde aquel rincón)
Ya la racionalidad se había convertido en un arma de doble filo que amenazaba mi cordura, tres días habían pasado y todavía mi mente no se adaptaba a la comisura labial, que el tiempo había hecho con aquella tortura tiritante de mis dientes.
Seguía la rutina: desayunaba, fumaba un cigarrillo, me tomaba una pastilla efervescente para calmar las náuseas, vomitaba en el retrete y luego colocaba mi inerte cuerpo al frente del monitor que poco a poco se empeñaba más en joder mi visión, y es que obviamente es éste aparato del demonio el principal enemigo a mi falta de talento.
- Y más te vale que esta vez si me des buenas ideas (le dije en tono amenazador a aquella pantalla).
Nada sucedía, se reía de mí, me convertía en tema de burlas ante sus descabelladas ideas cibernéticas, podía escuchar su risa descarada por detrás del CPU; era una tortura continua que manchaba mis días de inutilidad literaria y los convertía en todo un circo en donde yo era el principal atractivo. Desde los estantes, las hojas, los pisapapeles, la papelera, el teclado, el monitor y hasta las ideas dispersas en la atmósfera, se reían de este bufón enfermizo que poco a poco sentía de nuevo el vórtice en su estómago. Hasta vomitar nuevamente en el retrete.
Pasaron más días.
Ya era septiembre, los días lluviosos fueron empapando la única ventana que me comunicaba al exterior, sus vidrios empañados por el frío invernal me cegaban la vista y me entrometían cada vez más en mi propia irracionalidad malvada y desafiante. Ya había pasado un mes, y mi cabeza sujeta a este barrote de incesantes castigos mentales se había convertido en un remolino de inseguridades y tormentos que salieron a flote desde aquel momento que vi de reojo la bendita marquesina del protector de pantalla que decía claramente estoy observando tus pensamientos. ¿Me estaba desafiando? ¿Es posible que yo el humano creador y perfecto estuviese siendo desafiado por una máquina robótica, frívola e imperfecta?
- Sólo eso ocurre en las historias bien escritas
- ¿Tú crees? (contesté)
- Obviamente; claro está que tu vida se ha convertido en un cuadro mal pintado y polvoriento que no arroja nada bueno al realismo magistral de la literatura moderna. ¿Qué crees que pueda ser?
- No sé, ¿una jugarreta del destino?
- ¿El destino?, ja , el mundo se llena la boca nombrando una y otra vez a un destino que nadie conoce y nunca conoceremos
- ¿Entonces qué carajo significa esa revelación robótica del ordenador? ¿me está declarando la guerra?
- No precisamente, cómo te dije, eso sólo ocurre en historias bien escritas. Confórmate con saber que ésta no es una de ellas
- Entonces, el mensaje lo tomo como
- Como una completa imagen mandada por tu subconsciente, que está obstinado de la misma y retorcida rutina que se han impuesto tus dedos.
Pensando bien las razones que me dijo, creo que es completamente coherente la verdad que ante mis ojos se estrellaba. No era la guerra, sólo era una imagen inconclusa de mi subconsciente. ¿Qué diría Freud en estos momentos?
- Te apostaría a que estuviese revolcándose de la risa en el piso, buscando la respuesta en un libro de psicoanálisis moderno
- ¿Entonces sería como un experimento? (le pregunté)
- Yo diría, que serías como una rata de laboratorio que hace pruebas consigo mismo
- Es una ironía ¿no?
- Completamente, de eso no hay duda alguna.