Una Bocanada de Cigarrillo El
Miércoles por la Mañana (7?)
20 de diciembre de 2008
por nigth14
- pase adelante (dijo una voz gruesa).
La puerta al abrirse, provocó un pequeño chillido como un ratón desesperado.
- menos mal que te he encontrado (dijo la otra voz al entrar a la oficina)
- nunca pensé que vendrías aquí (dijo asombrada la voz que se encontraba al otro lado del escritorio)
- ya ves, que uno necesita recordar viejos tiempos (respondió)
La avenida 4 de la calle London, era el sitio perfecto de aquella conversación áspera y confusa, que se llevaba entre las paredes corroídas de una oficina de mala muerte.
Plantas marchitas adornaban las paredes, papeles mal escritos se encontraban tirados en el piso, ruidos de cornetas y de tubos de escape sonaban en las calles, un bullicio infernal adornado con una falsa calma que se arrastraba entre cada rincón.
- ¿se te apetece un cigarrillo? (preguntó el hombre desde el escritorio)
- no he venido con ese propósito Carlos
pero está bien, no te lo negaré.
Carlos, ese era el nombre de aquel hombre corpulento de mediana edad. Su cabello era canoso y combinaba perfectamente con su bigote. Sus manos eran tan fuertes como un roble y su ímpetu inquebrantable era desfigurado por la presencia de aquel hombre de paltó negro.
Le tendió el cigarrillo, luego el encendedor, y ambos dieron la primera bocanada.
- me he enterado del suceso que pasó en la calle 432 (dice el hombre)
- un hecho terrible lamento decirlo (contesta Carlos)
- indudablemente; terrible pero necesario
lamentablemente hay que sacrificar a unos por el bienestar de otro.
- Si hubiese sido mi caso, no se que sería de mi (trató de desviar las palabras)
- Pues hubieses callado, capaz y hubieses muerto de mengua
- Capaz y fuese verdad lo que dices
- Así es todo Carlos, todos los humanos somos iguales, a la final no hacemos nada ante un hecho que nos marca la vida, sólo maldecimos, lloramos, callamos. Pero a la final no hacemos nada.
Carlos no respondió. Creía saber a que se debía la visita.
- ¿a que has venido? (respondió secamente)
- pues
ya que tocas el tema
el señor quiere que desaparezcas toda evidencia que culpen a su persona.
- En el caso de la calle 432 ¿cierto?
- Pues
creo que ambos sabemos la respuesta
- ¿Fue el culpable de la muerte?
- Nunca he dicho eso
(y de su cara emerge una sonrisa sínica, desvía la conversación en otra dirección)
Carlos debes aprender que la vida tiene prioridades, y este fue uno de esos casos.
- ¿Qué te hace pensar que yo cumpliré con su pedido?
- ¿Es una indirecta Carlos?
- Soy un hombre de palabra
y si fue él, haré que caiga (dice con toda la seriedad del mundo).
- Que valiente eres
¿desafiarlo?, pero Carlos si estábamos contando contigo
(sonríe cínicamente de nuevo)
- Pues dígale a su jefe que no cuente conmigo nunca
- Que mal educado eres Carlos
morder la mano de quién ha venido a pedirte ayuda (contesta de manera relajada)
- No seré cómplice de él (dice en mal tono).
Hubo un amargo silencio.
- está bien
me encargaré de hacerle llegar tu respuesta. Fue un placer hablar con usted Carlos.
Dio la última bocanada, y lo tiró al suelo.
- cigarro Vermont
típico
Dio una vuelta y tocó la manilla.
- Por cierto Carlos
tu honor te lo puedes meter por el culo.
Y salió de la oficina.
Mientras iba en su Corvette azul, pensó detalladamente su conversación con el hombre.
No debía caer en su juego, debía esclarecer el caso
y ya sabía quien era el culpable
Se estacionó frente a la puerta de su casa, y abre la puerta.
Al entrar a la casa, el olor a pavo le quemó las entrañas y la boca se le hizo agua.
Se dirigió hacia la cocina, y una olla de vapor rechinaba como una fiera. La apagó.
- ¡¡¡mi amor ya llegue!!! (gritó)
No escuchó nada.
Subió las escaleras cansadamente y escuchó el agua de la tina.
- debe estar bañándose
(se dijo para él mismo)
Entró a su cuarto, se quitó la corbata, se sacó la camisa, y se vio al espejo
Algo iba mal
Escuchó en silencio cualquier ruido, y sólo se colaba el ruido del agua.
Suena el teléfono.
- aló (contesta Carlos)
- espero que te tomes más en serio tu trabajo Carlos (escuchó del otro lado del teléfono)
- ¿Quién habla?
- Mañana a las ocho en tu oficina.
Y descolgaron.
Carlos, tomó el arma que llevaba en la correa del pantalón, y se protegió con ella.
- ¿Marta?
Y fue hacia el bañó donde provenía el ruido. Abrió la puerta de un tirón.
- ¡¡¡¡¡AAAAHHHHHH!!!!!! ( gritó fuertemente, y cayó al lado del cuerpo de su esposa)
Marta se encontraba bañada en sangre en la tina, y el agua se desbordaba.
Ahora Carlos sabía muy bien que ya estaba en el juego, así no quisiera.
Marzo del 2006.
Ya se tenía el culpable de la muerte.
Pero no era capaz de decirlo.
Murió la niña
Y quedará muerta
porque Carlos no dirá palabra alguna.
Por lo menos no en el departamento de policías.
Profana1482 lecturas, 15 comentarios
Me asombra que siendo tan joven sepas tanto sobre las corrupciones de la vida.
Tal vez soy demasiado ingenua y vivo en otra realidad.
Me gustan tus escritos Marco.