TT
Resplandor de una Mente Sin Recuerdos (3/3) 13 de abril de 2012
por noctambulus
Fue ella quien me pidió deshacerme de mis hermanas y de mi madre, según me decía, eran un estorbo entre nosotros, algo que debía ser eliminado. Reconozco que al principio se me ocurrieron múltiples maneras de complacer los deseos de mi amada, pero no tenía la voluntad de hacerlo, cuando reunía el valor suficiente para llevar a cabo alguno de los planes que se anidaban en mi mente durante días, afloraba la cobardía de lo más profundo y tomaba el control de mi voluntad y entendimiento. Estaba perdido, no tenía escapatoria, era un cobarde, un gusano, algo menos que un gusano, un ser sin voluntad ni valor para cumplir el único deseo de su argentosa amante, mátalas me decía, mátalas decía una y otra vez su voz de serpiente. Pero la cobardía tiene voluntad propia y su voz resonaba en mí con absoluto estruendo. Ya no había esperanza, jamás sería capaz de cumplir mi misión, y jamás sería feliz al lado de mi amada. Todo parecía perdido, hasta que, se presento la verdad ante mis ojos, como una luz cegadora me hizo comprender que no tenía de que preocuparme. Pues yo no estaba solo en mi lucha contra el mundo, a mi lado, imperceptible pero eficiente, se encontraba el ángel vengador, aquel que me había librado de mi padre, también se encargaría de liberarme de mi familia. Sólo debía esperar a que el hiciera su trabajo y todo estaría bien. Sólo esperar y nada más.

El olor a humo me despertó, me costaba respirar, estaba aturdido, no recordaba nada, era una de esas tantas veces en las que mi memoria colapsaba, como en otras ocasiones tenía suciedad y golpes por todo mi cuerpo, pero esta vez también había sangre en mi ropa, manos, y al parecer en mis zapatos, no puedo recordar si la sangre que había en mi cara era producto de pasar mis manos ensangrentadas por ella al intentar limpiar las gotas de sudor que corrían por mi frente producto del calor que me sofocaba, o si había llegado allí de la misma forma que en que había llegado al resto de mi cuerpo, en fin no le hubiese dado importancia si no fuera por el hecho de que al parecer mi casa estaba en llamas, yo estaba en mi habitación sobre mi cama, por debajo de la puerta se colaba una amarillenta y vacilante luz, que otorgaba a la habitación un fulgor espectral que hacía divagar mi mente más de lo que ya estaba. El calor y el humo que ya me hacían difícil respirar, hicieron que saliera a ver qué ocurría, al intentar abrir la puerta sentí como el pomo de la cerradura quemaba mi mano, pero eso no me detuvo, al salir me encontré con que las llamas devoraban la sala y ya alcanzaban el techo, parecían trepar por las paredes y arropaban todo a su paso, era una imagen alucinante, embriagadora, que me hipnotizaba y me hacía perder el sentido del tiempo. Así que en vez de salir huyendo de allí como cualquier persona sensata hubiese hecho en mi lugar, preferí quedarme para admirar esa escena tan maravillosa que yo en mis alucinaciones jamás hubiera sido capaz de crear. Los muebles ardían con llamas grandes y voluminosas de colores que iban del amarillo al anaranjado más intenso, y para hacerlo más interesante arrojaban destellos de llamaradas azules, un azul tan intenso que captaban toda mi atención. Otra cosa interesante era el sonido que producía el fuego al engullir todo lo que se encontraba, era una especie de crujido, indescriptible a través de las palabras, pero que inducía en mí el más sutil y ligero trance. Me encontraba yo totalmente absorbido en la contemplación de esa escena que tenía a mi alrededor, y de la cual quería formar parte, cuando noté algo, al principio fue como un susurro, una vaga idea, algo que de forma lenta iba aflorando en mí, al inicio produjo un terror que me hizo estremecer, un terror que poco a poco comenzaba a causar una sensación sádica en sí misma, la sola idea era demente, pero cada vez estaba más seguro de querer hacerlo, quería ser absorbido por esas llamas y ser parte de la belleza que tanto admiraba en ese momento. Quizás fue por estar absorto en esos pensamientos, o por estar cautivado por las llamas, o posiblemente se debió al trance que el sonar del fuego producía en mí. El hecho fue que por un instante desvié la mirada hacía algo que no había notado antes, algo que estaba ahí más tiempo del que llevaba yo contemplado el incendio. Pero que al verlo produjo en mí la mayor de las alegrías y las satisfacciones, quizás comparable al placer sexual que siento al unirme con mi amada. Ahora la verdad estaba ante mis ojos y me decía que todo había terminado, que todo llegaba a su fin, ya podía estar para siempre con mi amor sin que nada ni nadie nos lo impidiera. En un instante lo comprendí todo, y sentí que se había hecho justicia. El ángel vengador había escuchado mis lamentos y había atendido a mis suplicas, como lo hiciera años atrás acudió en mi ayuda y me había librado de mis enemigos, de esos seres despreciables que sólo querían lastimarme y atarme a su mundo de miseria e inmundicia. Pero ellos no contaban con la intervención de mi ángel vengador. Ya no tenía que preocuparme nunca más, la cobardía se había ido de una vez y para siempre, la libertad se acercaba con paso rápido y me decía que jamás se iría. Frente a mí yacían los cadáveres degollados de mi madre y mis hermanas. Lancé un grito de euforia, alcé los brazos y le dije a mí amada luna que ahora estaríamos juntos para siempre, que nadie lograría separarnos ahora. Respire hondo y esperé que las llamas me consumieran, ahora sería libre y las llamas me llevarían al lugar que me corresponde, y justo cuando el fuego comenzaba a quemar mi piel acudió de nuevo a mí el horror y traspasando mi carne se aferro a mí para nunca dejarme, dejándome escuchar su horrible mensaje, pronto sería libre, y me iría a otro lugar, pero, ¿a dónde?

Sigue leyendo a Noctambulus arrow_downward

El Ángel Caido (3/3)
1162 lecturas, 0 comentarios
Mientras Duermo
1068 lecturas, 4 comentarios
Una Sombra Evanescente (3/3)
761 lecturas, 0 comentarios
Chat