El cielo era gris aquella solitaria tarde, como el color de sus ojos.
Acababa de perder su último pasaje a una vida mejor. Como alguien que se queda en el aeropuerto rodeado de maletas al perder un avión. Él acababa de perder la oportunidad de su vida.
Después de eternas noches caminando de un lado a otro de su habitación, con el billete en la mano, intentando tomar una decisión.
Ahora estaba condenado, por haber perdido la oportunidad. Se despedía de un sueño, se despedía de su esperanza, ya no podría estirar las alas y echarse a volar.
Hay viajes que solo ocurren una vez, aviones que despegan una sola vez, barcos que solo zarpan en una ocasión y trenes que nunca vuelven a la misma estación.