Solo sosteniendo la quimera de un futuro inalcanzable. Contemplando las estrellas del techo blanco de pintura desconchada por el impacto contra tantos meteoritos.
Solo en su habitación, pensando en lo bonito que sería conocerla. En lo livianos que se tornarían los días si la tuviese paseando de su mano. En lo dulces que serían los charcos de agua salada que hizo antaño con sus lágrimas. Solo, así como acabó tras tantas vueltas que su mundo había dado.
Solo, imaginado a alguien que ni si quiera existe. A alguien que solo es producto de su fiebre.