Aunque no me esperes, yo te espero.
Y te observo dormir por la ventana
y si estás cabizbaja, yo me apago
y te alcanzo pero soy como un fantasma
te atraviesan mis intentos invisibles.
Recuerdo cuando cada gesto mío
valía lo que vale un gesto tuyo ahora
incluso más, y yo me sonrojaba
porque creía que no lo merecía.
Recuerdo, me buscabas en las sombras
para completar el espacio que faltaba
entre tu cuerpo hambriento y el amor.
Un momento que no vale nada
es lo que intento proteger del mundo.
Poema extraordinario, Héctor. Un solo momento puede durarnos durante toda la vida.
Me gusta mucho, como siempre me gustan tus poemas.
Gracias por avisarme.