No tengo más que ponerme sino la quietud de tus besos dolidos; no tengo más que tomar, que la ausencia de consuelos. Vísteme de flores, lléname de amor y de bellos cuentos de pimienta y sal. Báilame ese vals que me hace recordar lo que quiero vivir, donde él y sólo él. Una semilla.
Sóplame suave al oído antes de partir para grabar tu mano en mi pecho. No tengo más que ponerme sino la sábana que guarda lo prohibido: las notas del violín y una más de tus mentiras; grande, inmensa.
Vísteme de ti y entre tus manos. Lentamente mientras me enamoras. Poco a poco, beso a beso. Y bésame de sol a sol y con el cielo. No tengo más que ponerme, sino tus besos.
Acaríciame el alma y vísteme de sueños. Enlacemos las manos y el alma y el cuerpo y detengamos juntos lentamente el pasar del tiempo con su tic-tac-tic-tac que me recuerda que es hora de volver a casa y dormir a solas. No tengo más que ponerme sino tu ausencia en mi cama.
No tengo más que ponerme, sino tu respiración agitada en mi boca; sino tus latidos en mi pecho y tus manos en mi abdomen. No tengo más que ponerme sino a ti, de pies a cabeza, de hoy a mañana.
Muchas gracias Albasilencio, y rebosa por sus bordes la nostalgia de la ausencia del amor también. Una ligera sospecha.
Gracias por leerme y comentar. Saludos y mucho éxito.