Toma tus huesos y levántate,
déjame consumirme en mi agonía,
que la vida es miseria, desventura
y todo aquello que nos culmina.
Toma tus cabellos y vete,
soy como el guijarro de sal de nuestras vidas,
soy el silencio, la maldita pesadumbre de tus días.
Toma tus piernas y tus pliegues,
tus sueños, tus vaivenes;
y respira, aquí, aquí respira
para acariciar tu aliento,
para acariciar tu tiempo.
Aquí soy, aquí me consolido,
soy como tu lamento y descontento,
y te amo, te amo con toda mi jodida pluma
y con todo mi jodido pensamiento.
AQUÍ ESTOY, ESCÚCHAME.
Si yo fuera la destinataria de estos versos, caería desmayada ante tus pies, Pelusa.
Llevo días echándole el ojo a tus escritos.
Me gustan mucho y quiero que lo sepas.