Si estás, y escoges marcharte, acuérdate de las cosas que ganabas. Desacostúmbrate a los privilegios y las conversaciones subidas de tono. Olvídate de escenas de celos y de pedir explicaciones absurdas. No borres las fotos ni los recuerdos, ponlos en un sitio donde no las suelas ver, pero donde tampoco los olvides. Si algún día, después de haberse venido abajo mi mundo, me ves riendo aléjate. No quieras compartir la felicidad que yo sola he construido, que en su día tu no habrías querido compartir conmigo. Cuando te encuentre no me digas lo guapa que estoy, porque el día que te marchaste la tristeza me puso fea. No te atrevas a preguntarme si hay alguien nuevo en mi vida, pues no pediré disculpas por como decido reparar lo que rompiste.
En cambio, si escoges quedarte Recuerda lo que podrías haber perdido, átalo y aprécialo como nunca. Porque cuando las cosas se desvaloran se desvanecen. Confía en mí, porque en el momento en el cual llegan las dudas, llega el desastre. Yo también confiaré en ti, aunque no te prometo no ponerme celosa cuando alguien mire tu sonrisa. Y sobre todo, si te quedas, no pienses en marcharte de nuevo; que ya me encargaré yo de despertarte con cosquillas y darte un beso de buenas noches.
