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Octubre y El Mar: Dedicado a Voltereta

Octubre y el mar

Otoño, sólo un punto, no huye, transcurre porque es la idiosincrasia de las hojas, no creáis que somos tan importantes para que las hojas caducas caigan por nuestros soliloquios advenedizos.
No es la gravitación un encuentro de incertidumbres, el invierno ha venido siempre y volverá indefinidamente, no es baladí nuestra incertidumbre ante el tiempo, es moral tenerle miedo pero las intersecciones son inevitables adolecen de trámites inocuos, al revés que nuestros pensamientos circunvalan sobre el destino de nuestras verdades y nuestras mentirás, a diferencia de ellas el tiempo es definitivo y definitorio, no es la respuesta del viento la solución a nuestra falta de clarividencia más bien al contrario, nuestra retórica intrínseca en esos obituarios que como la cerrazón son nuestras esquelas que cierran nuestros tiempos vacíos, sin sentido al que con ambrosías fluctuantes encomendamos las atribuciones de los mantras sintéticos que a modo de esbozos coleccionamos donde los pergaminos de señales confusas pretenden dejar una plasma génesis de nuestro teatro e intérprete en el lapso de tiempo. No hay nada ecléctico
en la interpretación de la traslación de nuestro eje de abscisas pivotantes sobre la tangente de la masa que que nos traslada en un espacio trágico temporal al que enhebramos sutilezas para dejar huella.



Si sé la que secuencial mente,la trayectoria dada a un bioquímica ininteligible causa abyecta insularidad en el cajón de donde guardamos nuestros hilos, hilos que como que conexiones neuronales firman colores mentirosos equivocándonos cuando hay negros y blancos pues estos no existen , es el negro la ausencia de color y el blanco la superposición de todos ellos, como la ruleta de los equinoccios se irán entre el éter de las sustancias adyacentes, magnéticamente pegadas a la causalidad o el viaje rectilíneo de todos nosotros , no son espectros, son los horrores aprendidos y que como rémoras llevamos en nuestro árbol de la vida .

No hay camposantos que nos turben pues los mismos son la distancia entre dos puntos y su vuelo de mariposas negras que no eclosionan, simplemente existen, existieron en nuestro fuego fatuo, adolece la conciencia de la sustanciosa certitud de animales mitológicos, buscando nuestra verdad, mirando en nuestro ojo de atrición no podemos resolver otra cosmología que no advierta que sólo somos nosotros mismos y nuestro miedo la finitud del ser imperfecto que somos.


Más allá de la materia y de nuestra inconsciencia permitida hallaremos sumandos de nuestros frontispicios.
En dáñales yuxtapuestos de entropía que sacarán nuestras heridas y expirarán con el miedo de la síntesis ambigua de los principios de incertidumbre que asilan los albaceas en las bahías de nuestro ser.

La insondable argucia del misterio se encuentra en la traición que hemos cometido creyendo en la nada, aunque sea la misma el principio, hemos decidido que esta imputa vida carezca de sentido
Cuando lo que es la existencia es una concatenación de esperanzas, puede que infundadas para lo que nos hace humanos ante la humanidad. En la sumas abisales de nuestra impureza se haya la presión que hace existente el diamante, puro, genuino, duro y cristalino , no podemos renunciar y entra voluntariamente en esa absurda oscuridad pues como en el sol naciente la luz nace cada día y muere en él sin soslayos ni penitencias, como las mariposas monarca volaremos con el viento de las soledades perpetuas y con la creencia que hemos venido pero nos iremos algún día sin emérita verdad.

El mar dará al hombre una nueva esperanza como el dormir le da sueños. El otoño es imprescindible para que exista el invierno, nada detiene la rueca de la vida, sólo la vida misma, ni tan siquiera ella es otoño, nos encontraremos en el mar de los sargazos aunque no nos hallemos estoy seguro que la belleza nos encontrará.
Persefoneurana25 de octubre de 2022

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