Corriendo, viniendo hacia acá,
henchido de libros y cuadernos,
forjando la más tierna voluntad,
para soportar los fríos inviernos.
Colmando con tiza los tableros,
y en el alma de sus pequeños,
montañas de grandes deseos,
haciendo realidad sus sueños.
Como arañita tejiendo el saber,
un mundo mágico para aprender,
alegre cuento de hadas para leer,
mostrando planetas por conocer.
Inspirando el verbo en los sordos,
depositando el arco iris en la noche,
enseñando un universo hermoso,
sin límites, sin miedo al reproche.
Grandiosos son esos maestros,
caudales de amor en tempestad,
haciendo de cada niño un verso,
para atizar la lumbre de su hogar.
