Si existe persona ignorante, incluso ésta debe saber que el veneno negro que circula por los vasos de nuestro planeta tierra es el petróleo; pero ni el más sabio de los hombres debe haberse parado a pensar que unos de sus derivados más moldeables pueda llegar a ejemplificar un aspecto tan oculto y tan místico de nuestra presencia carnal; como es el saber dónde se amparan las almas una vez deciden dar por cumplido su cometido.

Llegué a conocer al más extraño de los hombres. Lo conocí por casualidad, quizás nuestras inquietudes chocaron en el camino. Poco a poco me gané su confianza hasta que llegó el día que me dejó entrar en su morada. Era muy austera, nada recargada, sin detalle alguno, lo justo y necesario para hacer vida y todo muy camuflado con el enterno. Cuando me asomé para ver la que parecía la habitación más grande me impactó ver montones de pedazos multicolores desperdigados por el suelo. A penas se podía dar un paso que se te incrustaban en la suela del zapato. A los segundos me di cuenta que aquellos trozos eran de plastelina. Reconozco que en aquel momento me pareció estar en la casa de un desequilibrado mental, pero calmé el miedo innato. Echando otro vistazo pude ver que en el centro del cuarto había una gran masa, supuestamente de la misma plastelina, toda ella de cientos o miles de colores diferentes.

Después de aquella visita no vi al hombre durante meses pero la inquietud con la que me había dejado había ocupado más de uno y de dos sueños de mi vida. Llegó una noche de luna nueva que decidí ir a hacerle una visita. Cuando llegué a la puerta de su casa la vi entreabierta, y una ténue luz reflejaba en su interior. Entré sin hacer ruido y lo vi ahí, en la habitación llena de plastelina. El notó mi presencia y me cogió la mirada. Sonrió, mientras sostenía en su mano un figura antropomorfa de un color amarillo eléctrico. Me dijo que me acercara. Cuando estaba a escasos tres metros de él alzó su mano en la que sostenía la figura. Pude ver que en el hombro de la figura se aposentaba un violín. - Aquí donde lo ves ha hecho feliz a mucha gente con su música.- dijo el hombre con voz de no haber hablado durante horas por no decir días. - Ahora cree que tiene que hacer otra cosa.- continuó diciendo mientras lo estrujaba en su mano y lo enganchaba al montón esférico multicolor que había en el centro de la habitación. Me despedí y marché.

Transcurrieron cuartos crecientes y menguantes hasta que el asomo de la luna nueva me inspiró a tener más noticias de aquel hombre. Esperé a la noche y volví a su casa. Entré sigilosamente. Estaba de espaldas. Me pasé varios minutos observándolo aunque a sabiendas de que él sabía de mi presencia. Lo vi concentrado. Cuando se giró para verme pude ver que en sus manos volvía a tener el pedazo aquel de color amarillo eléctrico pero en proceso de moldeado. - Ahora quiere ser un cultivador de la tierra.- Me comentaba mientras con un trocito del pedazo de plastelina hacía una especie de horca. Ahora entendía muchas cosas. El porqué de la gran masa que tenía en el centro de la habitación a modo de cosmos. El porqué de aquella alma con cuerpo de plastelina, pero todavía no entendía el porqué de tantos trozos sueltos por el suelo y se lo pregunté. - Éstos, todavía no han cumplido su cometido.- respondió con rostro entristecido.

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2 Comentarios

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  Indigo

  Un relato pleno en simbolismo, queda la sensación de estar ante un personaje sumido en su idea, completamente ajeno a las necesidades cotidianas si lo ubicamos ante el narrador. El narrado se abstrae en la creación de seres con la total seguridad de que sus figuras de plastilina tienen un objetivo concreto y que él decide cual debe ser.
  El contenido global es de escritura correcta, la interpretación es diversa, múltiple. Una nueva lectura seguro dará otros perfiles subjetivos. La lectura es agradable y fluida.
  
  Saludos.
  

  07/03/12 04:03

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  Placebo

  Muchas gracias por tu opinión. Viene bien conocer la interpretación que le da un lector concreto. Saludos.
  

  07/03/12 06:03