En la muerte está la vida
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En la muerte está la vida
Mi usanza de existencia me ha ilustrado en la idea que no debería eludir el hecho de la muerte con un final abyecto e inamovible sino a cotejarla perfil contra perfil. Nuestra erudición sincrónica ha sido referida como una omnisciencia que busca evitar y negar la cuestión fundamental de nuestra mortalidad. El ser juiciosos con la muerte, sin requisa, nos constriñe a sondear nuestras savias y a intimar sobre su vegetación con grafía y signo revelador. La muerte nos ilustra para atesorar la vida; nos despierta a la maravilla de cada momento compartido. En la lucha por navegar a través del dolor de la muerte, podemos forjar un radiante tesoro de fortaleza en las profundidades de nuestro ser. A través de esa lucha, nos volvemos más conscientes de la dignidad de la vida y nos mostramos más dispuestos a empatizar con el sufrimiento de los demás.
Las interrogaciones esenciales de la vida y la muerte son perentorias, son tesis de teorías y creencias. Lo realmente importante es cómo vivimos, ser conscientes del tesoro que es la vida y del valor que podemos crear durante una existencia. En uno de mis escritos engendradados seguramente en una agonía existencial, creí responder una pregunta ignota e incluso fútil de seguramente un lamento inútil de turno, lamento no recordar la estupidez que me llevo a llegar a esa concatenación de palabras matemáticas con un resultado aceptable para mí, no puedo recordar su testimonio de encadenamiento exacto, pero mi refutación definía la vida como el galopar de un un caballo que cabalga tan expedito que transita al galope y al que vemos venir desde el prado de la lejanía hacia nosotros sin darnos cuenta que de repente sus ojos acusatorios están en frente nuestro. La mayoría de nosotros tendemos a pensar que siempre habrá otra oportunidad para encontrarnos y conversar una vez más con nuestros familiares y amigos, así que no importa si hay algunas cosas que quedan sin decir. Sin embargo, para vivir plenamente y sin ningún arrepentimiento debemos expandir nuestro ser al máximo y darnos a los demás por completo a cada instante con el sentido de que, quizá, ese podría ser nuestro último encuentro.
La muerte está en la vida, morir es: las cosas que no conseguimos, las palabras que no decimos, los caminos que no recorremos, sabemos que la vida no es perpetua que dormimos gran parte de ella, no es suficiente con soñar, a la vida hay que amarla y la muerte seducirla.
Hay que seducirla sí, porqué realmente la vida está detrás de nuestra muerte, es la eternidad de nuestra existencia viviremos eternamente como fuimos.
He querido parar tantas veces mi reloj y ayer alguien me enseño porqué, quise que me recordaran sin llegar a la decrepitud pero por alguna extraña circunstancia que nunca entenderé, lo que sea que soy, alma, ser, cuerpo, vida, está protegida o por Dios o por el Diablo, alguien o algo, quiere que la oxidación de mi ser afronte la agonía de la exhalación del último suspiro de aire, cuando llegue ese día estaré soló, nadie se apiadará de mí, lo sé, no habrá misericordia en el día de San Pobres, en el instante donde la tenacidad de la luz de la vida se convierte en vigor sublime, cuando esa tenaz luminosidad me obligue a cerrar los ojos dentro de ella, entonces, en ese instante no medido empezara mi verdadera vida, la eternidad.
Nadie llorará mi muerte eternamente pero si seré recordado por lo que hice por lo que fui.
En esta vida he predicado que tienen derecho a matarme, pero no a juzgarme, no me juzguen, nadie sabe ni puede saber el dolor que habita en un corazón con vida.
Busco la eternidad sí, la busco con desesperación, no soy un loco, sólo tengo dolor un dolor que me impide vivir, la eternidad es un presente que no le falta nada y a mí me falta todo, la eternidad no es un tiempo, no es un tiempo infinito, la eternidad y el tiempo no son cosas comunes, la eternidad es este instante que interrumpo con esos malditos pensamientos temporales.
Aspiro a que el poder del amor sea mi eucaristía, mi recuerdo infinito, testimonio e epifanía, testamento e epitafio; que la eternidad me recuerde como el ser que amaba tanto la vida que dio la suya por ella, no se puede vivir sin amor, yo al menos no sé, no.
Desaparecidos en la inmaculada vida.
Desaparecidos en la inmaculada vida
Desaparecidos en la inmaculada vida
En la penumbra, surgimos y retozamos
somos sus proles, y existimos aquí para subsistir
transitando a través del hambre de perros callejeros
no hay refacción, transpórtame eternidad
has visto mí crueldad, pero sigo siendo lo que ves
de segundo a segundo, ven a ver esa existencia conmigo
anhelo de existencia, sin compasión
yo no quiero, pero tú me la entregas.
Aún no consigo decir que ella será eternidad
no puedo decir que ella me amará
camina hacia lo que siento por ti
porque el tiempo me inoculo maldad
y mi vida de ella no puede, de ella no puede desaparecer.
En la oscuridad, un lobo te espera
mato una vida para alimentar, las mentiras que inventé
mata tu otra , para que esta muerte me haga vivir
sólo canta, en la película en la vivimos
tu olor de tu sudor, sólo me atrae
el latir de tu corazón, bate el mío
la ejecución de mis verdades, bate mi sangre
quiero ser muy pronto el fantasma que habite dentro de ti
Aun veo el anhelo de perros callejeros, hambrientos de vida, no lo esgrimo para instigar tu lastima.
No sabía amar y como veneno amor me das.
Hoy termina el día, tu vida duerme, lejos de mí
la penumbra desaparece, y yo necesito ocultarme
no me arrepiento, pero es triste de todas formas
ahora los dos estamos muertos, y asustados del color negro
esta vida de juegos, y de confianza diligente
son las cosas que hacemos, o las cosas que debemos
estoy cansado de ser acusado
así que voy a dormir para siempre, terminar en el viento.
Departimos de permutas, hablamos de muchas cosas
cuando estamos tristes, hostigamos nuevos sueños
esas ofrendas corruptas se asfixian y mueren
relegamos tan fácilmente del amor que llevan consigo
Vivimos complacidos, estamos puros de amor
creyendo que somos los elegidos
no perdía de vista fuera de mi lucerna, cavilaba que te conseguía tocar
eché un vistazo dentro de mi espejo para ver lo que había hecho
esperanza, anhelo y caridad nacieron dentro de mí.
clámalas ahora, no te niegues, y las tendrás mi hombro para siempre
Esta hermosa balada nos transportara hasta el final
a ti y a mí, herederos de la tierra que hemos vuelto a perder
todas las cosas que necesito parecen perseguirme a tu lado
te prometo que cada día será una fiesta, vencer o flotar
riendo aunque el barco de la vida se va a pique
viviremos otra vez, estoy protegido por Dios o el Diablo.
Tu y yo somos seres inmaculados
locos inmaculados (...)
hemos sufrido como perros callejeros y es nuestra hora
la hora de entrelazar nuestro cuerpos, como la hiedra
de desearte como pecado y ser serpiente que nos condene:
Eternamente.