La magia de tus deseos.

La magia de tus deseos.






A intervalos clamamos
las heredades de la canícula, pliegos pendientes, las solanas,
de las almas martilleadas por el dolor.

En la última etapa designamos transitar toda la sombra,
soñando en sañas,
con las ecos de nuestra siniestra pena
vivimos, sentimos que era indivisa enajenación.

A la sazón, en el crepúsculo heredamos una quebrada marchita,
rociada de las tinieblas de la noche, oliente a espesura,
con una estereotipada semblanza de un curso de agua agitada
enajenándonos por aquellos caballos de Troya que nos traicionaron
al no hacernos sentir la hierba bajo nuestros pies desnudos.

En mi alucinación, Pegaso cabalga por el cielo.
al punto llegamos al purgatorio de nuestra piel,
tatuando sobre el dintel las privanzas de nuestra tagmosis ,
e intercalando envidias entre nuestras propias privaciones.


Al punto que en la anterior existencia
dispersamos, y anhelamos néctar y caricias,
que aviven los fuegos nocturnos para apagar la angustia,
de nuestros propios miedos
y los lugares indecentes que nos cobran altos precios.

Una vez no tuvimos miedo:
``Un ímpetu y un arribo gozamos,
justiciero año, la peor cosecha
hacia un éxodo tan difuso:
los pasajes insondables y el céfiro vehemente,
el invierno y el frío paralizan el dolor.´´
Y los ungulados trillados, lacerados, indóciles,
no caminan por el páramo helado.

Esto solo fue para crear: ¿Creamos todo este sendero para
el Principio o la Expiración? Acaeció de verdad un Origen, infalible,
poseíamos axiomas o mares de preguntas.
Me he visto morir y nacer tantas veces,
pensé que era disimil; nacer siempre fué una amarga agonía
para mí, hijo de una rana que nunca fue Príncipe.

Ya no quiero más en quietud en mis zapatos, en la arcaica exención,
espero un pueblo lleno de barbaros, con sus estandartes,
y morir luchando, desangrado, pero con una muerte digna.