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Rompecabezas (eternos Buscadores de Las Piezas Faltantes)

Díganle a la ciencia que lo único que nos mata es la soledad. No quiero que me mal interpreten, pero la soledad nos mata. Nadie quiere estar solo, nadie puede estar solo, ¡nadie!. Incluso aquellos que buscan una isla o una cueva en los desechos del mundo para desaparecerse, no quieren vivir allí, pues solo serían unas caprichosas vacaciones de "momento", ya que siempre los verán volver antes del atardecer.

Miren los rostros de las personas en las calles, todos dejan una estela de soledad.
Miren sus sombras, tienen un contorno gris que va expandiéndose atraídas por otras sombras.
Miren sus sonrisas, no existe en el mundo algo más delator que una sonrisa, pues la línea que se bosqueja en los labios solo puede interpretarse en grados de soledad. Nadie puede esconder su tristeza, menos detrás de una sonrisa (a menos que se imaginen un mundo de rostros con barbijo. Tal vez dirán: "están sus ojos", puede ser, pero recuerden que estos son dos viejos pícaros y misteriosos difíciles de cazar)
Miren la muchedumbre, respiren por un instante las tristezas, deambulen el desierto de rostros cabizbajos, atomizados, de charlas verticales, de caminares pausados, de secretos rasguñando las paredes del ser. Créanme que ahí se revela la importancia de un abrazo.
Es como si la existencia te gritara que somos fugitivos inmersos en una lucha constante por no morir olvidados. No quiero resignarme a esa propuesta.

Nadie quiere morir solo, incluso, no queremos que nadie muera a nuestro alrededor por que el simple hecho de pensar su ausencia, se vuelve llanto. Es egoísta y propia de los humanos. No solo le tenemos miedo a la muerte, sino que además no queremos estar solos en ese momento. Nadie quiere perder la vida, menos perder el calor de otras vidas, aunque no mueran, porque la distancia en sí ya es una sucursal de la muerte.
Y por mucho que me cueste decirlo, a medida que nos marchitamos los caminos se van cerrando hacia la soledad. ¿Cuántos pueden escaparle a esa realidad? No conozco de leyendas.

Más allá de la cursilería, somos rompecabezas incompletos buscando tapar el vacio de las piezas faltantes, algunas encajan a la fuerza (aún sabiendo que la presión ejercida las expulsará el día de mañana), ¿Y las que encajan perfectamente?, bueno esas son llamadas felicidad.

Puedes darme mil razones de tu ateísmo y ponerle el nombre que se te ocurra, pero la suma de las infinitas felicidades, de los infinitos rompecabezas, eso... eso es Dios.


ram
Ram08412 de enero de 2013

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