A solas con mis pensamientos, andando por un paraje solitario, con el sonido de mis pasos, sintiendo la brisa en la cara, con el silencio como única compañía.
Un grito interrumpe la tranquilidad, soy yo rebelándome, pido al viento que se lleve la rutina y deje aires nuevos de metas, de realidades, que se lleve sueños imposibles que solo pesan como losas, en su lugar ponga proyectos realizados.
LLevate la impotencia de las derrotas ya pasadas, deja victorias y confianza para lograr unas nuevas, porque soy experto en grandes batallas, en tragedías que derrumban para luego levantarme, pero reconozco que superar el día a día me desborda.
Pierdo la noción de las horas planeando estrategias que se olvidan o se tuercen con los devenires de la vida, pierdo el tiempo, admiro a quien día a día tiene la voluntad de las cosas pequeñas que al fin y al cabo son las más importantes, las que llenan nuestra existencia, ahí naufrago y sigo planeando cuan general acorralado.
Llevate a quien no supo valorarse, a quien cometió el pecado de despreciarse y deja al que ahora piensa que lleva un tesoro dentro, a quien a cada segundo busca mejorar, trae atisbos de buena suerte y felicidad, que sean los cimientos para ser parte de esas personas que tanto admiro para vencer ese día a día.
LLevate las noches en vela, no las quiero, traete noches de pasión, llevate la soledad que condena, trae las risas que me llenan, llevate todo, llevate mis penas.
Amigo, eso nos pasa a muchos. Las cosas pequeñas, diarias, cotidianas, que a veces parecen no tener importancia, pero la tienen, se asemejan montañas imposibles de escalar. Pero...hay que empezar, pasito a pasito, a subir esa montaña enorme que forma lo cotidiano. Besos y buen fin de semana