En la mañana de mi vida, le digo adiós a las noches insomnes, a los días sin paz, a los abrazos huérfanos, a los besos nunca sentidos, a las caricias inimaginadas.
Quice ser humana, y ser igual a lo que veía, pero no fue posible, no soy así.
Soy soledad viviendo en la calle soledad, el frío se acostumbra a ser tu amigo.
El vacío ya no duele, ni siquiera se siente.
El mundo da vueltas y más vueltas, mientras yo sigo quieta.
Pero logré entender que estar en paz y en soledad, es lo mejor que me pudo pasar.
La paz de espíritu...es un regalo divino.
Abrazo siempre para ti.