En la granja se criaban toda clase de animales, desde gallinas sin cabezas, que no daban la lata con sus cacareos ,hasta vacas con ubres gigantescas, desde las cuales salían unos tubos, como los antiguos acueductos romanos, que abastecían al pueblo de leche fresca, en cualquier fuente.
Había toros salvajes, a los cuales, los chavales del pueblos toreaban sin ningún miedo a ser cojidos, ya que no tenían cuernos, estos los dejaban en las paredes de las casas, para adornar.
La fruta se repartia a diario, en los frigoríficos de todo el pueblo, que se llenaban de las más exquisitas muestras de nuestros huertos.
La envidia de todo el continente, la alegría de nuestro país, la relajación era total, con temperaturas siempre ideales, para el deporte, el senderismo, la playa o montaña, siempre era ideal, con lo que los países colindantes estaban verdes de envidia malsana.
Tanto era así, que se unieron entre sí, para arremeter contra nosotros, nos asediaron con toda clase de maldades, tantas y tan odiosas , que no puedo expresarlas.
El fin fue apocalíptico, pero ganamos gracias a la fortuna que teníamos en nuestro interior, esa que nunca, nunca nadie puede cortar, quitar o enmendar, esa imaginación innata y mágica que tiene mi país.

ReginaSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos