Tímidamente los inmutables hábitos cotidianos, hicieron
posible que para mantener una estabilidad, buscara una
lápida donde llorar los lamentos y poder desahogar los
innumerables dolores de la vida que le tocó por vivir.
Abrigada por un esperpéntico abrigo de añoranzas y un anacrónico
vivir del pasado, difuminó sus erosionados vínculos gritando
sin palabras, llorando sin lágrimas, diciendo sin oir; solo la
esperanza se recostaba en su pecho con espejismos lúcidos.
Miles de fragmentos se enzarzan unos con otros por salir de su
alma con la que comparte indefinibles aromas de amor, ilusión
y realidad.
El olvido con sus patas largas, nace de la misma explosión de la vida
más si es pisado no se irá nunca.
La lluvia anega su alma, con el suave aroma de una voz
distante en los confines del mundo , que como plegaria en el
altar, le dan la paz amada.
Cierto, la paz anhelada puedes encontrarla en una hoja de papel, expresando sentimientos que te agobian o pensamientos que necesitas sacar para tener tranquilidad mental. Aunque también puedes encontrarla al leer o escuchar algo que diga lo que necesitas oír, como la paz conseguida gracias a una plegaria en un altar lejano.
Recuerdo que en un libro llamado Inteligencia emocional, decía que la mejor forma de evitar la depresión es desahogarte escribiendo tus penas diariamente.
Como sea me gusto tu texto Regina, saludos.