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Errores y Vacíos

Un bucle que deforma el llanto huracanado, cargado por el antagonismo entre rebeldía y cobardía.

Una esfera, como la de los aros de falsa plata, de la que no puedo salir pese a que conozca el cierre y la apertura a la perfección, los siento trabados.

Las manos buscan a tientas, presurosas y ciegas la piedra angular del bucle para desestabilizar la edificación de mi inestabilidad mental.

No hay abrigo ni luto, silencio calmado o mirada compasiva, el ambiente siempre es cargante, casi asfixia. Una escena demasiado larga con colores sobresaturados y una mala banda sonora que no puedo adelantar.

A veces siento la bendición del olvido, pero es pasajera y siempre trae consigo el remordimiento de la culpa.

¿Qué pecados son tan graves que no puedo expiar?

Quizá si pueda, pero no sea una cuestión de voluntad, aún creo que parte de esto es una lección de paciencia.

Me preocupaba no saber nada de lo que me rodease y cuando me quise dar cuenta perdí la noción de la convivencia. ¿Qué me solía gustar escuchar? ¿Leía por presión autoimpuesta o era un verdadero hobby? ¿Cuál es mi comida favorita, si es que tengo alguna?

Si un día me falla la memoria, que acabará por hacerlo, sin poder tener esas nociones sobre mi voy a ser como un almacén lleno de polvo y en desuso.

En 2017 escribía inmarcesible con la esperanza de que las palabras al menos no se marchitasen, ahora leo de nuevo aquello y me parece irónico porque veo los pétalos deslustrados por el suelo y ya no sé si me mienten los sentidos o me mentí yo.

Ya no siento lo que dije, al menos no de forma personal, espero, de alguna manera, sentir algo hacia esto.
Reid15 de octubre de 2020

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