Veo sobre mi hombro murallas que se derrumban detrás de mí cuando ya las he cruzado. Qué poco motiva lo que ya no se busca, poco o nada, la ausencia que un día fue dolor, ahora es alivio, descanso. Pienso en el mañana sin ese ayer y aún hoy no lo creo posible, me detengo, hecho un rápido vistazo y doy gracias, sólo eso, así hago honor al universo, a las leyes, a la vida, y a mí. Los pesados desechos dentro de la maleta de mi pasado, ahora adornan lastimosamente las huellas que voy dejando, por el mismo camino que un tiempo fue menospreciado. Ya sacudido el polvo que dejó la experiencia en mi atuendo, miro al futuro con las armas que me dejó el sufrimiento, y qué armas! Con el corazón blindado y pasos de plomo andando voy por los montes de esta vida, sigo cortando delicado cada árbol que interfiere y ya ninguno caerá sobre mí, como viejo leñador sabré esquivarlos, como hábil empresario sabré aprovechar cada hoja, cada rama, cada raíz y hasta la savia. En el paisaje se divisan retos, no necesito un telescopio, ahí los veo, y un poco más allá se dibuja la silueta de alguien muy parecido a mí que también se sacude el polvo del camino y va aún mejor armado, mejor vestido y más alto. Dolió sí, dolió y mucho, pero ya hay callos en mis manos, piel curtida, huesos de puro calcio, de duro cuero es ya mi calzado, como para dar la vuelta al mundo caminando, ya no más andaré descalzo. Subiré montañas, cruzare valles, lagos y hasta puede que mares nadando, no me importan los peligros, que puede ser peor, nada, que puede ser mejor, todo, además, voy con mi arsenal a cuestas, bien armado, y recogiendo cada daga, cada sable, cada fusil que se me va creando de las horas, de los tiempos, del presente y del por venir, todavía me queda espacio. No temas al sufrimiento, sacarle provecho debes, armate de él, nadie te venderá mejores defensas, porque claro, no es gratis. Sólo eso, y fe.

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