TT
En la Ciudad de Los Vientos. Introducción. 14 de noviembre de 2013
por rocofredo
La lluvia descargaba a borbotones sobre la capota del Cadillac blanco, estacionado en la avenida de las Embajadas, por muchas manos de pintura y cuidados que tuviese daba la sensación de estar acartonado y avejentado por los años, incluso para esa maravilla de automóvil. Miguel Pereira, un hondureño de 28 años, de piel morena y constitución fuerte, esperaba dentro mientras fumaba un cigarrillo a que llegara su esposa. Era un gran día para ellos. Les habían concedido la nacionalidad, el permiso de residencia en los Estados Unidos no significaba un problema, se acabaría el peligro de inmigración, tras cinco años con licencia de trabajo, pendientes de que se lo renovasen en el plazo estipulado por la ley de residencia, lo que significaba andar por la cuerda floja y sin red, el miedo de ser expulsados del país de los sueños había terminado. Marisa Pereira llegó con rostro reluciente, feliz tras la misión cumplida, después de tantos esfuerzos por ser un miembro más de la comunidad, sus proyectos de fundar una familia con derechos plenos empezaban a cumplirse. Al cerrar la puerta del coche miro a Miguel y se le ilumino el rostro de ilusión, las promesas cumplidas, la alegría había llegado a sus vidas, todo estaba resuelto, a pesar de ser un día húmedo era el día más dichoso. Las lágrimas de satisfacción salían de sus ojos verdes, mirada apasionada que trasmitía firmeza, lo más opuesto a ese día triste, cubierto por nubes negras, un mal presagio, pasado por agua torrencial, el aire se respiraba en olor de azufre sulfatado tras la tormenta.
Un Toyota Tundra negro aparcó detrás del Cadillac blanco. Salieron dos hombres, el primero de mediana estatura, el otro de aproximadamente dos metros, encapuchados con un pasa montañas negro que hacía juego con todo su ropaje, jersey polar y pantalones vaqueros oscuros. El que se aproximó a la ventanilla de Miguel sacudió el cristal, los nudillos con puño cerrado golpearon dos veces avisando de que lo abriera. Antes de que le diera tiempo a darse cuenta del peligro y poder reaccionar, Miguel se encontró con una Colt anaconda, calibre 44 magnum a la altura de su frente, dos destellos luminosos salieron del tambor del revolver, en la otra ventanilla ocurrió algo parecido, con la diferencia que el otro encapuchado no avisó, rompió directamente el vidrio con el mango de una Glock 17, la salida del cañón frío de la pistola rozó la frente de Marisa Pereira sin dejarle tiempo a un último suspiro y efectúo un disparo. Se volvieron hacia el Toyota con tranquilidad, sin señal de nerviosismo, daba la sensación de ser profesionales del crimen, de otra manera no podía entenderse que actuaran como si no hubiese pasado nada. Arrancaron el vehículo con la misma calma y se dirigieron al norte de la avenida, cuando un coche patrulla de la ciudad de Chicago y sin alarma de emergencia activada les interceptó obstruyéndoles el paso, detrás surgieron otros dos automóviles que les cortaban la retirada, uno llevaba las insignias federales, el otro era un vehículo de respuesta sin ningún tipo de distintivo.
Al día siguiente salió en prensa a primera plana el asesinato cruel de dos hispanos nacionalizados recientemente. Todos los diarios coincidían en varios aspectos, habían sido liquidados a sangre fría por dos individuos, encapuchados y organizados. Según algunos testigos, los asesinos parecían acostumbrados a actos brutales por su comportamiento tan relajado.
Lo que no contó ese día la prensa del país fue la sorpresa de la policía tras los interrogatorios de los sospechosos, la documentación comprometida de un alto cargo del estado de Illinois, encontrada en el maletero del Tundra y del domicilio de uno de los criminales.

Sigue leyendo a Rocofredo arrow_downward

En la Ciudad de Los Vientos. Capítulo 1.
1043 lecturas, 0 comentarios
Cap. 2. Cerca Queda El Raval.
1198 lecturas, 0 comentarios
Por Entre Las Huellas Perdidas
888 lecturas, 0 comentarios
Cerca Queda El Raval.
740 lecturas, 1 comentarios
Chat