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Persiguiendo la Verdad: Parte 6

A la mañana siguiente temprano sentí ligeros golpes en la puerta, pensando que sería Dani con otra de sus travesuras no atendí el llamado y continué durmiendo, después de unos minutos una voz decía mi nombre
- Señorita Leconi, despierte
Apenas logré abrir los ojos y al voltear vi a la señora Navil parada junto a la cama
- Disculpe por irrumpir en su cuarto de esa forma, pero no atendió mi llamado a la puerta y es urgente
En seguida abrí aún más los ojos
- ¿Qué sucede? ¿Qué es urgente?
- El rey Alberto requiere de su presencia inmediata en el jardín privado. Vístase, yo la esperaré afuera.
Me levanté y me vestí, al fin mis preguntas serían respondidas, casi temblaba nerviosamente.
La señora Navil me guió hasta el jardín en el que anteriormente el rey y yo nos reunimos. Él esperaba sentado en uno de los bancos mientras que a su lado había una pequeña mesa con una taza de café y otra vacía, además de otros complementos todo hechos de porcelana.
- Buenos días su alteza
- Grace, toma asiento a mi lado
- Qué sucede, por qué me llamó
- ¿Gustas café?
- No gracias, preferiría saber…es por las cartas ¿verdad?- dije con la garganta seca.
- Así es Grace. Seguramente te estarás preguntando del por qué a estas horas de la mañana.
Moví la cabeza en signo de aceptación
- La información que requería ya estaba a disposición ayer, pero a falta de tiempo no pude comunicártelo; de alguna manera esa información fue difundida hasta la prensa y se formularon especulaciones al respecto, piensan que ninguno de ustedes tres es mi hijo, y que yo estoy buscando un pronto heredero a mi trono debido a mi estado de salud.
- Disculpe la interrupción pero ¿cuál es esa información?
- Como te dije anteriormente la letra no es mía, las cartas le pertenecen a Arturo Frateli, mi mejor amigo y consejero real de la familia Pierre.
Oír por primera vez el nombre de mi padre hizo que una lágrima cayera por mi mejilla.
- Una gran persona, un respetable caballero, un confidente y apoyo para mí. Fue uno de los mejores consejeros reales que tuvo Cromeldi.
- Espere un momento, ¿dijo que “fue”?
Puso una mano en mi hombro y dijo tristemente
- Murió hace diez años
De pronto sentí que me presionaban el corazón y más lágrimas llenaron mis ojos, otra vez estaba completamente sola.
- Él me comentó algo acerca de Tamara, tu madre; no dejaba de hablar de ella, pero repentinamente ya no pudimos comunicarnos debido a que yo estaba demasiado ocupado preparándome para ascender al trono; cuando el caos terminó solo me dijo que Tamara se había marchado para siempre. A los pocos años de convertirse en consejero real, el cáncer lo venció.
- No entiendo por qué mamá no me dijo nada- dije entre lágrimas.
- Nunca quiso comentarme más acerca de la razón o lo que hubiese sucedido entre tu madre y él…acompáñame Grace, te guiaré a su habitación y luego a su reposo.
Nos dirigimos pasando por el jardín en el que Eric y yo estuvimos, y luego por unos pasillos hasta unas grandes puertas de madera, las abrió de par en par y dentro la habitación parecía ser un mundo aparte; el rey esperó pacientemente afuera de la habitación mientras yo me adentraba en ella; la cama y los muebles estaban intactos, acaricié con mi mano los libros que se encontraban organizadamente en un estante, luego una foto suya llamó mi atención, era un hombre apuesto de cabellos negros, ojos cafés como los míos, tez blanca y una cálida sonrisa, vestía elegantemente un traje azul marino; en un gran escritorio estaban colgadas sus medallas, un avión a escala en lo alto, más abajo álbumes de fotos apiladas y sobre la superficie estaban montones de hojas escritas a mano, al lado un bote de tinta junto a una pluma de metal; sujeté la pluma entre mis manos pensando en cómo las suyas habían sujetado la misma pluma cientos de veces para escribir aquellos hermosos versos.
- Otra de sus pasiones eran los aviones- dijo el rey acercándose.
- Disfrutábamos mucho volando, siempre nos divertíamos…lo extraño todo el tiempo.
- Yo no puedo extrañarlo, ni siquiera lo conocí
- Lo siento Grace, no sabía nada. Si necesitas algo, solo házmelo saber.
- Necesito me muestre su tumba
- Por aquí
En un tranquilo patio trasero y lejano estaba erguida, en medio de pasto verde, una tumba de mármol tallada con su nombre y otra inscripción que decía “consejero real de Cromeldi”, al lado un montón de flores en jarrones de porcelana.
- Tómate el tiempo que necesites, mandaré a la señora Navil para cuando desees regresar a tu habitación.
- Gracias
- Un último dato, debido a las especulaciones necesito que estés lista para las 9 de la mañana, daré una conferencia para aclarar las cosas y los necesito a los tres presentes para su respectiva declaración en público.
- Cuáles fueron los resultados de Eric y Dani
- El joven Fleder y el joven Coste son mis hijos- dijo para luego retirarse.
M e agaché para observar la tumba de mi padre, una brisa sopló contra mi rostro, haciéndome sentir como la persona más sola en todo el mundo; lloré y quise que el viento me llevara con él, culpé a mi padre por no perseguir a mi madre y hasta por morir de esa forma, culpé a mi madre por no decirme nada y no pensar en mi futuro; ya no cargaba solo con el dolor de la muerte de mi mamá, sino que ahora cargaba con dos dolores, el de mi padre también. La señora Navil apareció y entregándome una fotografía me dijo
- Disculpe señorita, el rey me ordenó le entregara esto.
Me alcanzó la foto de mi padre que había observado en su dormitorio, y luego se retiró. Sujeté su fotografía fuertemente contra mi pecho y me sequé las lágrimas, poniéndome de pie me dije a mí misma que ya no habría más dolores en mi vida.
La señora Navil aguardaba de espaldas, era el momento perfecto para huir, una conferencia en público era demasiado para mí. Tomé otro camino de regreso hacia mi cuarto, pero de camino oí unas voces provenientes de una habitación con la puerta semi abierta, me asomé y vi al rey y a su esposa discutiendo:
“- Se supone la conferencia sería para desmentir los rumores
- La conferencia es para aclarar el asunto, aun así no veo nada de malo pensar en el futuro de Cromeldi
- ¡Claro! Y luego me dirás que esa niña se unirá a la familia también
- ¿De qué hablas Charlene?
- Ayer me informaron que la vieron junto al joven Eric
- Eso no es asunto nuestro
- Lo es si ella es una oportunista que sólo busca riqueza
- Mira Charlene, uno de esos jóvenes tomará mi lugar te guste o no.”
De pronto recordé que me dijo que estaba delicado de salud, y aquella conversación se tornó aún más clara para mí, yo no era bien vista ni bienvenida, era hora de escapar. Yo sabía que Dani no aceptaría y Eric era el más apto, por lo que lo nuestro no podría darse.
Llegué a mi cuarto, empaqué mis cosas y puse la fotografía de mi padre junto a sus cartas dentro de mi mochila; agarré una hoja de papel, un bolígrafo y escribí:
“Queridos Jaqueline, Dani, Eric y Austin
Gracias por el mejor cumpleaños de mi vida y por su amistad; no los olvidaré, los quiero mucho. Atentamente Grace”
Lo dejé sobre mi cama y sigilosamente me dirigí al cuarto de Dani, él aun dormía, lo desperté y le dije
- Dani, necesito tu ayuda
- ¿Qué sucede?
- Necesito me ayudes a salir
- No entiendo, por qué…
- No preguntes, solo ayúdame
Se levantó inmediatamente y se vistió, luego me dijo
- Yo nosé cómo salir, pero Jaqueline nos ayudará
Nos dirigimos a la cocina y encontramos a Jaqueline, Dani la convenció de ayudarnos y ella sin preguntar nada más nos guió a una pequeña puerta trasera
- El lechero es mi amigo, él los ayudará; después de dejar la leche siempre se dirige a la ciudad, díganle que yo los mandé, debo volver a la cocina o notarán mi ausencia.
- Gracias Jaqueline- dijo Dani
- No es nada muchachos- dijo para luego retirarse
Dani me miró y empezó la charla
- ¿Qué fue lo que pasó Grace?
- Mi padre se llamaba Arturo Frateli, y está muerto
Dani suspiró y luego continuó
- Te acompañaría pero…
- No Dani, esto ya no es tu responsabilidad. Saluda a tu madre por mí.
Me abrazó fuertemente y el camión lechero paró. Dani se dirigió a aquel hombre y le pidió me acercara a la ciudad, le dijo que era una empleada y que tenía que ir a la ciudad por unas compras; el lechero accedió y se dirigió al interior del castillo con una caja en mano.
Dani me miró tristemente y dijo
- Volverás a Bello monte ¿verdad?...Y qué pasará con Eric.
- Es mejor dejarlo así, por favor no le digas a nadie de esto
- Está bien pero…no siempre podrás huir Grace.
Lo abrasé nuevamente y con lágrimas en los ojos le dije
- Te extrañaré mucho
A lo lejos el lechero se acercaba
- Cuídate Grace
Subí al camión y mientras éste se alejaba veía a Dani despidiéndose.
El camino a la ciudad fue una tortura, sentía mi corazón quebrándose, mi búsqueda había terminado y las cosas resultaron contrarias a lo que había planeado. Tomé el primer tren que se dirigiera a la ciudad cercana a Bello monte y durante todo el viaje sentía como un segundo dolor luchaba por adormecerse mientras que los recuerdos no lo dejaban. Finalmente pude tomar el tren que me llevaría de regreso a Bello monte, mi pueblo natal se convirtió en mi refugio, en mi reposo de la experiencia alborotadora de la que huía; tal vez Dani tuviese razón, no siempre podía huir, pero siempre podía refugiarme en Bello monte, justo como mamá lo había hecho.
La llegada a mi pueblo fue como un alivio, un regreso al pasado; Bello monte estaba tal cual lo dejé, pacífico, acogedor, hospitalario, atrapado en el tiempo.
La llegada a casa estuvo repleta de emociones contrarias, ternura por lo que fue, melancolía y tristeza por lo solitario que era ahora; de pronto noté una figura en el jardín, era Berta que mantenía las margaritas siempre radiantes; me acerqué aún más hasta que notó mi presencia, la miré con una sonrisa y lágrimas contenidas, ella parecía estupefacta, como si hubiera visto un fantasma.
Quise llamarla por su nombre pero las cosas empezaron a dar vueltas y todo se tornó gris; en seguida ella acudió en mi socorro y poniendo mi brazo alrededor de su cuello me llevó al sillón dentro de mi casa, me alcanzó un vaso de agua y dijo
- ¿Estás bien hija?
- Sí, solo quiero dormir- en seguida después de decirlo me acomodé y caí en un sueño profundo.
Soñé con mamá, me acariciaba el pelo como siempre solía hacerlo antes de dormir.
Cuando desperté era de mañana, el sueño me había durado parte de la tarde y toda la noche; Berta cocinaba con mucha dedicación y tarareaba la canción que en la radio transmitían, verla me trajo recuerdos cuando solía cuidarme, su dedicación en la cocina hizo que aumentara de peso junto a su esposo y aunque los años se notaban en su rostro ella no perdía el entusiasmo por la vida; su único hijo se marchó muy joven a la capital y allí continuó sus estudios hasta ser un gran arquitecto y hasta formar una familia; Berta era como mi segunda mamá, aunque muchas veces me asustaba debido a su fuerte personalidad y la forma de decir las cosas, sin sutilezas.
Me levanté y noté que la mesa estaba llena de comida, al mirarme solo sonrió y me abrazó fuertemente, luego señalando la mesa dijo
- Siéntate hija, come que ya está servido
- Gracias Berti- dije sentándome
- Aunque tal vez no debería servirte después de lo que me hiciste pasar
- Lo siento mucho…
- ¡Ya no es tiempo de disculpas!, es tiempo de reconciliación; tienes suerte porque si hubieses vuelto antes te hubiera recibido con una gran tunda- dijo terminando de servir todo y sentándose a mi lado.
- Te extrañé Berti
- Y yo a ti mi niña, ahora come que te ves muy flaca
Ciertamente tenía hambre ya que una vez que empecé a comer no paré hasta saciarme; Berta comía y me observaba complacida.
- ¿Llena?
- Estaba delicioso, gracias
- No hay de que mi niña. Ahora cuéntamelo todo que quiero saber hasta el más mínimo detalle.
Pasamos el resto de la mañana sentadas mientras le contaba la aventura de mi viaje, el encuentro con Dani, la tarde con Eric, las risas en la piscina, y la huida de Cromeldi; Berta escuchaba atentamente y me sacaba una sonrisa por las expresiones en su rostro. Una vez que le conté todo sentí un alivio y suspiré, Berta suspiró conmigo para luego decir
- Así que Arturo Frateli; tu madre nunca quiso comentarme al respecto y yo no insistí ya que no era mi asunto.
- Tengo una foto de él ¿quieres verla?
- Claro
Se la alcancé y ella levantando ambas cejas dijo
- ¡Vaya qué apuesto!, por hombres así es que hay tantos corazones rotos
- Ja, ja, ja
- Tienes sus ojos
- ¿Lo crees?
- Claro que sí, exactamente la misma mirada
Haciendo a un lado la foto dijo
- Mi niña no quiero aturdirte pero debo darte algo
Se levantó y buscando en un estante continuó
- Se supone debía dártelo antes, pero como partiste en seguida, no pude entregártelo.
Sacó una hoja blanca doblada y me la entregó diciendo
- Es de tu madre Grace. Ella insistía en que era mejor con que no supieras nada de tu padre pero al final logré convencerla de contártelo; tenías derecho de saber más acerca de tu padre.
Agarré la carta confundida mientras Berta continuó
- Si deseas puedo retirarme para que lo leas y…
- No Berti, quédate. Yo iré al cementerio, necesito verla.
Berta asintió con la cabeza en silencio.
Con la carta en mis manos y una margarita del jardín me dirigí al cementerio; una vez frente a su tumba me senté, puse la margarita en florero y abrí la carta misteriosa:
“Querida Grace, hija mía.
Esta carta te revelará todo aquello que siempre quisiste saber, todo lo que traté de ocultar creyendo que sería por tu propio bien. Tuviste un padre maravilloso, aunque jamás lo conociste yo sé que él te hubiera atesorado y amado como a nadie…”
Hice a un lado la carta y recordé que el día de su muerte, ella deliraba en fiebre pero me miraba y parecía tratar de decirme algo, apuntaba a un estante en su cuarto y yo no la entendía, por lo que pensé serían delirios a causa de su fiebre; segundos después el doctor ordenó que saliera de la habitación y Berta me llevó con ella fuera de la habitación, me abrazó y me dijo: Todo estará bien, no te preocupes, yo te cuidaré hija mía.
Al parecer mamá señalaba la carta que había dejado para mí, pero no insistió ya que Berta sabía de la carta también. Retomé la lectura deseosa de saber más acerca de mi padre:
“Tu padre se llamaba Arturo Frateli, nos conocimos una noche en una discoteca, yo vacacionaba en Cromeldi, él se me acercó y se presentó, no paramos de charlar y bailamos toda la noche; al día siguiente nos reencontramos y después de unas pocas semanas nos juramos amor eterno; nunca olvido que en cada encuentro solía regalarme una flor, pues sabía lo mucho que a mí me encantaban…”
Nuevamente el verso del jardín de tornó más claro, así como también el negocio de tulipanes de mamá.
“…me decía que yo era su flor eterna y él mi eterno caballero; cuando me confesó su lazo con el futuro rey de Cromeldi yo supe que todo sería complicado, aun así él insistió para que me quedara en Cromeldi junto a él, pero yo estaba muy confundida para tomar una pronta decisión. Como sabrás el caos de la ciudad jamás me atrajo y le dije acerca de mi decisión de volver a Bello monte, él la aceptó y me prometió irse también para formar una vida juntos, me pidió tiempo y yo accedí y volví a la capital; mantuvimos contacto unas semanas y después ni una carta, días después me enteré de su entrenamiento para consejero real así como también me enteré de tu presencia en mi vida; se lo conté pero él nunca respondió, decidí quedarme en la capital hasta que tu nacieras pero Arturo no respondía mis cartas. Finalmente contigo en brazos regresé a Bello monte y no supe nada de tu padre hasta que una mañana me enteré de su enfermedad, tenía cáncer. Días después empecé a volver a recibir sus cartas y quise ir a Cromeldi para apoyarlo pero el dinero no me alcanzaba y al ver su mirada en tus ojos decidí sepultar el recuerdo de tu padre pensando que sería lo mejor para ti.”
Las lágrimas empezaron a brotar fácilmente y el dolor una vez adormecido empezaba a descubrirse en su totalidad.
“Cuando tú tenías tan solo 5 años tu padre murió de cáncer, la tristeza se apoderó de mí pero tu presencia y el apoyo de Berta me ayudaron a seguir. Querida Grace, eres mi todo, siempre lo fuiste y lo serás hasta el final de mis días; si te oculté a tu padre fue porque lo creí mejor así, nunca pensé que mi pequeña niña se convertiría en una mujer y no me di cuenta las consecuencias, espero puedas perdonarme y encuentres tu propia felicidad.
Con amor Mamá.”
El dolor explotó en todo mi ser y el llanto no podía parar, minutos después estaba Berta al lado mío abrazándome y acompañando mi llanto; cada suspiro era como una descarga emocional, aquello que cargaba se hacía cada vez menos pesado; lloré hasta que de mis ojos no pudo brotar ni una sola lágrima más, Berta me envolvió en sus brazos y me guió hasta nuestra pequeña casa.
Ambas nos encontrábamos sentadas en la cocina bebiendo mates de hierbas, y mientras que mi cerebro repasaba las palabras de mi madre plasmadas en las cartas, una pregunta asaltó mi quietud y la divulgué en voz alta
- Mi padre no era una mala persona, ¿por qué no respondió a las cartas de mamá cuando ella le dijo de mí?
- En qué piensas
- Berti es probable que esas cartas jamás hayan llegado a sus manos
- ¿Por qué alguien ocultaría algo tan delicado como eso?
- No losé, pero siento que debo averiguarlo
- Nosé hija, creo que es mejor cierres ese capítulo y abras otros.
Adivinando el tono de su voz sabía que trataba de decirme algo.
- ¿A qué capítulo te refieres?
- Estoy hablando del apuesto joven que conociste
- Mamá se enamoró y le fue mal
- Tú no eres tu madre Grace, ya es hora que vivas tu propia historia
- No losé Berti, decidí olvidar a Eric
- Pues avísame cuando lo logres- dijo para luego empezar a preparar el almuerzo.
Extrañamente aquella carta me había dado paz, liberar todo ese dolor me ayudó a retomar mi vida diaria y continuar con el negocio de los tulipanes.
Cada mañana temprano visitaba la tumba de mi madre llevándole una flor, para luego ocuparme del negocio junto a Berta. Pasábamos algunas noches durmiendo juntas y otras, a insistencia mía, ella dormía en su casa junto a su esposo; las noches que pasaba sola pensaba en Eric acariciando su collar de cuero, o pensaba en la posibilidad de volver a Cromeldi y averiguar el responsable de ocultar las cartas; jamás llegaba a ninguna conclusión y al día siguiente la rutina se retomaba.
Al cabo de unas semanas me acostumbré a una vida tranquila y sin más alborotadoras aventuras; así fue hasta que una tarde entró a la florería un elegante caballero vestido de traje
- Buenas tardes señor, ¿en qué le puedo servir?
- Buenas tardes estoy buscando a la señorita Grace Leconi, me dijeron que estaría aquí.
- Mucho gusto, yo soy Grace Leconi
- Vengo de Cromeldi a entregarle esta invitación, remitida desde el castillo real
- Gracias- dije con la garganta seca.
El señor se retiró y mi corazón latía a mil por hora, se me cruzó por la mente la posible muerte del rey, una posible boda de Eric y hasta el posicionamiento de él como el nuevo rey de Cromeldi. Observando concentradamente la invitación decidí abrirla, nuevamente un listón rojo y detalles dorados la hacían propia de la realeza. Grande fue mi sorpresa al leerla mientras el corazón se me encogía.
"Con el consentimiento de sus majestades los reyes, La Real Academia Militar de Cromeldi, tiene el honor de invitar a usted (es)
Grace Leconi
A participar de la solemne ceremonia de inicio de año académico militar, en la que se incorporará como miembro correspondiente al señor Daniel Antonio Fleder.
La cual tendrá lugar el día 20 de abril del corriente año a las 11:00 horas, en el Palacio Real de Cromeldi.
Esperamos contar con su presencia
Traje: formal
Reinado de Alberto II, Cromeldi"
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, Berta al verme se extrañó y me preguntó
- ¿Qué sucede hija?
- Es Dani Berti- dije sonriente.
Ella tomó la invitación, la leyó y juego dijo
- Este muchacho no pierde el tiempo
- ¡Es una señal!, es mi oportunidad para averiguar quién y por qué ocultaron las cartas a mi padre
- Creí que ya habías cerrado ese capítulo
- Debo hacerlo, puede haber más detrás
Me sujetó de las manos y me dijo
- Ve a Cromeldi, encuentra a ese joven y vive tu historia
- Basta con eso
- ¡Basta de desenterrar cadáveres y recuerdos!
- ¡Es mi padre! Tengo derecho a conocerlo
- Era tu padre, y tanto él como tu madre habrían querido que continúes con tu vida
- Pero si ya tengo una vida aquí
- Esta no es tu vida, es lo que tu madre dejó…Grace, yo sé que no eres feliz aquí, en Bello monte yo siempre estaré para recibirte con los brazos abiertos pero no dejaré que te quedes mucho tiempo sabiendo que tu felicidad está afuera.
La abracé y luego continuamos con el trabajo.
Llegada la noche pensé en lo que Berta me había dicho, y aunque parecía tener sentido, la decisión la había tomado desde que me llegó la carta, estaba dispuesta a averiguar acerca de las cartas perdidas de mamá.
Días después me encontraba junto a Berta en mi dormitorio empacando para Cromeldi.
- Aun no puedo creer que Dani vaya a ser parte de la Real Academia Militar
- Las personas que menos pensamos suelen sorprendernos
- ¡Y vaya que sorpresa!
- Ahora sí llevaras una maleta, nada de mochilas.
- Como usted ordene
- ¿Qué es esto?
Berta sostenía entre sus manos una rosa seca, en seguida el recuerdo de Eric y yo en el jardín volvió
- ¿De, dónde estaba eso?
- Cayó de las cartas de tu padre; es especial ¿no?
- Pues lo fue en un momento
- Grace, hija dale una oportunidad
- No empecemos Berti
- Solo prométeme que si lo ves no lo evitarás o huirás
- ¿Tu , tú crees que asista?
- Estoy segura que si
La simple idea de volver a verlo me puso nerviosa y lo imaginaba preparándose para ser el nuevo rey de Cromeldi, seguramente estaría sentado a la derecha del rey y no notaría mi presencia.
- ¡Berti!
- Qué sucede- dijo sorprendida
- La invitación dice traje formal y yo no tengo nada parecido
- Tranquila hija, lo tengo arreglado
- Qué fue…
Berta sonrió y me dijo
- Cierra los ojos
Los cerré y oí que bajó las gradas, subió sigilosamente y dijo
- Ya puedes abrirlos
Puso en mis manos un vestido clásico de tela brillante sin mangas de cuello redondo y un color celeste casi azul.
- Berti, cómo, dónde lo conseguiste
- Tengo mis contactos hija
- Gracias- le dije abrazándola fuertemente
- Lo usarás con un recogido como peinado y los zapatos de tu madre
- Con este vestido mi maleta ya está lista- dije cerrándola
- Vamos, no queremos que pierdas el tren
Antes de abordar el tren Berta me abrazó con lágrimas en los ojos y me dijo
- Cuídate hija mía
- Tú también Berti
Besé su mejilla y abordé el tren, mientras Berta agitaba su mano sonriente.
Nuevamente aquel paisaje lleno de tulipanes me recuerda a mi madre, en mi maleta ya no hay cartas llenas de preguntas, en su lugar la fotografía de un hombre de ojos cafés y una cálida sonrisa, mi padre. El resto del viaje me recordó a Dani, a Eric y Austin. Llegar a la primera parada me emocionó, ver la ciudad nuevamente era reconfortante, era como volver al tiempo actual, lleno de vida y energía. Mis acompañantes de viaje cambiaban desde un hombre de negocios hasta una pequeña niña de 10 años, lo cual hacía que extrañara aún más a Dani. Al llegar a Cromeldi fue como si esperara por mí, el destino parecía jugar conmigo, un juego que no sabía cómo terminaría.
Romivi16 de julio de 2015

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