Era su favorito, el mejor.
Nunca tuvo un juguete como aquel.
El pequeño, de cuclillas, hacía caminar el muñeco por la orilla del charco.
Del mar.
"Y ahora, los demás juguetes te seguirán"
Y así era.
El poblado indio de playmobil.
Los action man.
La Nancy coletitas felices.
El muñeco de Mortadelo.
Todos seguían al preferido hasta la ciudad, el gran castillo, la urbe centro del mundo.
Las cajas de zapatos amontonadas.
Allí esperaban los malos.
Los pistoleros.
Los robots.
El tigre de siberia (de goma).
Y su líder, el terrible Lucky Luke.
Entró confiando el favorito, de la mano del niño.
Muros de cartón le recibían como al más grande de los señores. Ningún juguete osaba plantar cara al elegido, ninguno.
(Papá llamó al niño para cenar, y al volver, decidió que sus juguetes hiciesen lo propio)
Y cuando Rayman pasó el tazón de plástico lleno de barro al favorito, el niño susurró algo.
"Te van a traicionar"
El niño había encontrado una divertida trama.
Pero el favorito no tenía miedo.
Al día siguiente el robot Bender y Super Mario apresaron al favorito por orden de Lucky Luke, ante la pasividad del resto de juguetes.
Incluso de la puta Nancy.
(El niño encierra al favorito en una cajita, su celda. Mientras busca dos palitos y los ata con sedal de pescar. Roba 4 alfileres a su madre y vuelve al patio de la casa.)
El favorito crucificado, la Nancy llorando.
Rayman colgado de un hilo.
Mortadelo dispuesto a seguir los pasos del favorito, a predicar su palabra.
(Papá, me he cansado de mis juguetes, quiero el supermega Hitler que anuncian en la tele!)
Y así murió el hijo de Dios.
