Su rostro lloro silencioso,
entre aquella profunda oscuridad,
su cuerpo ensangrentado se mantubo siempre en el suelo,
mientras sus ojos fijos
en una rosa marchita y ensangrentada.

Un papel casi en blanco,
una letra fina se logra persivir,
un papel cocido a mano,
con un gris más parecido a blanco,
que entre aquella oscuridad se esconde,
esconde consigo la verdad.

El viento mueve las cortinas oscuras,
el viento trae consigo las plumas de aquel recuerdo olvidado,
caen pasivas sobre aquella alfombra solitaria,
manchada con el infinito recuerdo entre sangre,
y con el efímero llorar del ángel solitario.

Su mano se ve extendida solitaria,
y la rosa caer por entre sus dedos,
marchita, sangrante de tanto dolor,
pronto se ve la copa rodar,
el veneno de tal muerte,
la causa de tal recuerdo borrado.

La pupila se ve dilatar,
la vida terminó con su fin,
las plumas caen como una lluvia sobre el ángel,
su tumba,
su lecho de muerte,
una habitación de plumas ensangrentadas,
la copa de veneno,
la rosa de tal marchito amor,
y la nota que tanta verdad y dolor
encerró entre aquellas letras finas,
entre aquellas palabras de muerte
cocidas a mano,
invicibles para agenos al crimen...
vicibles para tan solitario corazón.

El viento deja la habitación,
el lecho de muerte del ángel solitario,
las palabras que jamas logró pronunciar,
aquellas palabras delicadas,
de tan ligeros labios...

La copa fue la culpable,
su veneno lo asesinó...
y aquella carta,
aquellas palabras,
quien a la muerte definitiva lo llevó...


Saiuru

SaiuruSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos