La ciudad parece como encantada, en silencio, sin moverse. Y es que por azar ha dado con la cadencia de unos pasos que parlotean.
Los adoquines me transportan, interesados, hasta lo más alto de Magdalena. Los inciensos llegaron antes para recibirme.
Me saludan, al pasar, las plazas de mi niñez. Y se alejan, calle abajo, recordándome.
He querido que tú lo vieras, de nuevo conmigo, un sinfín de veces. Así que olvida un momento tu vida.
Escucha, como lo hace esta calle, no lo que tenga que decirte, el contenido no importa. Es mi voz, mi acento, mis requiebros...pinta mis gestos que puedas amar.
El encantamiento pleno, entonces, se cumple.
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Que estoy encantada, digo.
Me has ternurado, del todo.
Un abrazo. Ay, ay.
ORZADA
Gracias por tu bella respuesta, tus palabras alargan y prolongan la absorta tranquilidad de esta calle de Oviedo.
Un abrazo,
Carlos
Me gusto, y siento que me recuerda, tambien, al futuro de una relacion pasada, por decir de alguna manera.
La amistad en el recuerdo, en el alma y nuca en el olvido. La sensibilidad a flor de piel, la nostalgia calmando los malos entendidos, la vida, el recuerdo.
Gracias por despertar tantas sensaciones con tus palabras.
ALBERTOCUBEIRO
Doblemente gracias, una por este comentario y la otra muy grande por publicar ese texto tan bello de "La Terremoto" y dedicármelo.
Un abrazo.
Carlos