Mis ojos rojos no han parado de llorar,
Tengo miedo y estoy temblando,
no sé que hago aquí, pero me quedaría.
estoy cansado de ser inseguro, de ser yo
estoy cansado de sanar mis propias heridas, las que otros dejaron en mí.
Grité que no se me acercaran,
que me dejaran estar aquí,
solo por esta noche,
que no me dañaran más.
Prometo no molestarlos más.
En la distancia, las luces de los edificios se asemejan a las estrellas, y las luces de los autos, a las luciérnagas. El abismo es hermoso.
Cerré los ojos,
Entonces oí algo melifluo,
algo que me calmó,
algo aún más hermoso.
Te oí susurrar mi nombre.
Abrí los ojos y allí estabas,
en una oscuridad que me rodeaba,
y a pesar de que no pude ver nada,
sentí tus brazos alrededor mío.
Fue ahí cuando sentí un gran alivio.
Al tenerte al lado mío.
Me ha gustado mucho la forma en la que has plasmado la transición del intento de suicidio, a la conciencia de que al final se iba a dejar atrás algo importante, que es lo que al final ha servido, para que el protagonista abandonara su propósito y volviera a ver la luz.
Un saludo.