A la base de un rombo, pude tocar tu herida y lloré.
Fraccioné mi pensamiento entre el dolor y la fortaleza...
Traté de brindarte el sostén propio de este paraje
que me brindó suma fuerza
y no hice más que agobiarme,
a la vez que contentarme al contemplar
el brillo en tus ojos, y tu agradecida sonrisa.
(...) ya no hago más que sollozar y resistir este calvario
en el que me sumí por tí, y por tí...
procuro no desvelarme para no sufrir,
mas no hay mérito suficiente para evitarlo.
Paloma azul, envíame algo de su ser
que compense este dolor,
que refresque este ardor,
pero que nunca suprima mi sacrificio,
ya que siempre valió la pena,
sólo por ella, por ella solamente.
(...) Paloma azul de la parte superior del rombo,
aquietaste mi martirio
y supliste mi candente agobio...
Bendita la persona que inspiró este sufrimiento,
que hoy me hace grande y me provoca bien.