La Canción .
Era la segunda vez, desde que él había muerto, que ella despertaba en la madrugada, absorbida por la misma canción. Tenía (casi) la certeza de que era su presencia, aunque, en momentos de cordura, sabía lo descabellado que eso sonaba.
Más veces se sumaron a esa segunda, más noches de hipnotismo musical, más locura acumulada.
Era su canción, ella sabía que esa era, y siempre había sido, la canción de él. Ella lo recordaba con esa canción, lo sentía en la canción.
Tres meses después, y la canción permanecía en el ambiente nocturno. Fue entonces, cuando ella comprendió, lo pudo ver todo.
Una noche, antes de dormir, cantó su canción. La cantó tan fuerte que la habitación, antes turbia y vacía, se llenó de vida, de repente.
Esa madrugada, no hubo canción, solo silencio. Así fue, que ella supo que en la canción mantenía vivo su recuerdo, y eso, precisamente, era lo que él quería.
