Estaba soñando, sabía que estaba soñando. Por supuesto, dónde se ha visto que las distancias sean más cortas, los muertos revivan y
sí, estaba soñando. O no?
De repente el panorama se nubló y sintió que el mundo se venía abajo, que caía o levitaba suavemente, sintiendo un escalofrío recorriéndole todo el cuerpo. No tenía la certeza de lo que estaba viviendo, no podía decir si era realidad o sueño. Pero algo le decía que si, era imposible estar despierto en ese estado.
Se sobresaltó, despertó bañado por la transpiración y acalorado por la fiebre, se incorporó con lentitud y decidió ir al baño.
El pasillo que conducía hasta el baño se le hacia eterno, y parecía alargarse más, no tener fin, no sabía si era el delirio causado por la fiebre o su somnolencia.
Cuando luego de horas, minutos, o segundos, ese lapso de tiempo que le pareció interminable, llegó al baño. Abrió la perilla del agua fría, se lavó la cara, y se detuvo frente al espejo, examinando cada rasgo de su cara, la palidez de su piel, los ojos que ahora estaban hundidos y oscuros por las ojeras, los labios quebrados y secos. Absorto ante la imagen irreconocible de si mismo, hasta que lo invadió un profundo terror. No lograba reconocer cual era el sueño, y cual era la realidad. Y se caía, se caía en un pozo sin fin.
Despertó sobresaltado, bañado por la transpiración y acalorado por la fiebre, se incorporó, asustado, alarmado, sin embargo, decidió ir al baño. Pero no, eso ya había pasado, el pasillo que no terminaba jamás, el tiempo eterno, o quizás fugaz, su propia imagen, y despertar, volver a la fiebre, el delirio, el calor, el pasillo, el reflejo, una y otra y otra vez. Era un sueño?. Repetir la escena infinitamente. Era realidad?. Y caer otra vez.
Que cosa tan hermosa.