Te liberé de mí. De mi ineficiencia al verte,de mis caricias concurridas, de helar tus mejillas con mis yemas, de mi contigüidad al hablar, de mi grotesca forma de callar, de volver el silencio audible, de agonizantes segundos deseosos, de horas repletas de espasmos cardíacos, de mis sueños incoherentes, de un presente trasversal, de un futuro alterno.

Te alejé del perpendicular temor de mis adentros, de un pasado colateral. Te salvé de ahogarte en un mar infantil proveniente del océano hostil, del sol soñoliento, de las virtudes de una luna risueña, de la nostalgia en cada noche, del arrepentimiento al despertar.


Te cubrí de mi silueta friolenta, del fuego de un pecho latente, desvanecí de tus oídos la música ancestral, de tus pensamientos mi recuerdo, desdibujé la pirotecnia de mis ojos, contuve el hormigueo de los dedos, contribuí con palabras efímeras, corteje la ausencia, acerté los parámetros, desnivelé al sarcasmo, contemplé el camino rocoso.

Incumplí lo acordado, generé vidas al tiempo muerto. Palpité en el desierto dando un centenar de pasos, sostuve el secreto eterno, descifré aullidos incompletos, perdí el alba observando tu ocaso.

Enloquecí embotellando el viento, uní fragmentos perfectos. Ensordecía versos elocuentes, desaparecí ocultando un sinfín de sentimientos. Me envolví en sollozos luego de ver huir al cielo.

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