Y un día te paras a pensar que el tiempo corre pero que ella ya no está. Y de vez en cuando la ves en las miradas de la gente, reflejada, y te echas a llorar. Porque de alguna manera querer no es poder cuando todo lo que tienes se queda en nada. La buscas en los cristales de los escaparates, escupes sus palabras, aunque ya no son lo mismo sin su boca. Te parece que la encuentras, apoyas la mano en el cristal y todo se vuelve a quebrar mientras ella se desvanece. Pierdes de nuevo su rostro entre la gente, pero en tu mente la ves fumar. La gente de tu alrededor te agobia, empiezas a sentir ese vacío, que ya no te queda nada por lo que luchar, y tiemblas; te refugias en alguna sustancia pero no es lo mismo. Y fumas, y con cada calada te parece ver su rostro, sus gestos. Vuelves a la realidad, echas el humo, miras a tu derecha, tirada en el campo escuchando algo de Cash, la buscas, recorres la hierba con tus dedos. Dejas caer la primera lágrima. No hay nada que puedas hacer, pero aún así recuerdas las caricias y los besos; no hay nada que pueda conseguir que vuelva, pero sientes aún sus labios en tu cuello; no la vas a volver a sentir como solías, pero miras sus fotos y sientes que aún estás junto a ella. Y cuando expulsas el humo y no alcanzas a sacar esa tristeza, gritas, y todo el mundo se gira. Le sonríes a la nada, pero la sonrisa es para ella, aunque no la vea. Puede que piensen que estás loca. No importa, sabes que no quiere volver.

ScarsSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos