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Hijos Del Pecado: Capitulo 1

Capítulo 1:
Cuando desperté vi que Laura se había ido dejándome sobre la almohada una carta con una marca del rimen con la forma de sus besos. Sabía que era su decisión la de marchar a Oxford para tener estudiar biotecnología que era lo que tanto había soñado. Se fue dejando atrás todos los recuerdos en cada rincón de esta ciudad para obtener el conocimiento de aquella tierra británica. A mí solo me dejo esa carta y un pequeño álbum de fotos que hacia estremecer este pequeño corazón. A partir de este momento su nombre se convirtió en una página más de mi historia y sus besos mi droga, una droga a partir de ese momento prohibida. Me levante de aquella cama donde tantas batallas tuvimos los dos todas aquellas noches y como testigo la luna que observaba como nos hacíamos esclavos del pecado. Lo único que me quedaba en ese instante era la idea que habíamos dejado los sentidos para anularlos con la razón y la fe en crear un camino nuevo en esta nueva etapa llena de esperanza pero a la vez con intriga por saber que nos aguarda el destino. Sabía que ha partir de esa mañana su recuerdo se convertiría en los latigazos que mi corazón daría sin piedad en mi espalda con la intención de hacerme el mayor daño posible. Ese dolor que recorría toda mi espalda hizo que cogiera esa carta con rabia pero por una sensación de tristeza y soledad se mezcló con la rabia hasta el punto que no podía ni siquiera sostener la carta. Tras unos minutos en que el silencio se apodero de la habitación decidí guardar la carta en una pequeña caja donde guardaba tesoros de mi pasado como el anillo de mi difunta madre y fotos de mi niñez. Pero no era el momento de seguir pensando en ella, tenía que preparar el material para que el día siguiente empezar la carrera de psicología en la universidad de Almería. Necesitaba comprar las libretas donde llenaría con todo lo que aprendería sobre la mente humana, los bolígrafos que gastaría tras tantas horas de estudiar, y cartuchos de tinta que se deteriorara en la antigua impresora. Después de repasar el material que comprar decidí marchar a la calle para comprar el material a la tienda de la esquina. El camino era unos cincuenta metros y aun así cada centímetro que recorría veía como una pareja se besaban demostrando su pasión. Me acordaba de los momentos en que Laura y yo compartíamos ese amor y ahora era un solitario vagabundo sin el amor de mi vida y observando a cada pareja como un niño chico viendo una estantería de golosinas. En este momento mi corazón se rompía y las cicatrices revivían el dolor intenso de esa mañana. Cuando volví al piso me derrumbe en aquella cama blanca donde noche tras noche el placer y la ambición me daba todo lo que necesitaba y a partir de ese momento eran ellos los que se reían de mí. No sabía si esta nueva etapa en la nueva carrera sería un éxito o caería como el agua de la lluvia fría. Me imagine mi nueva etapa sin Laura porque ella era la que me ayudaba a pensar y entender este raro mundo que nos rodeaba a los dos. Ella era la luz del sol que me alumbraba en la salida de la caverna infernal que era este mundo. Era la aguja magnética de mi brújula que intenta dirigirme hacia el norte cada vez que me perdía en mi locura. Estaba solo ante un muro de hormigón en medio del camino de mi felicidad y sin forma de seguir caminando ni siquiera de rodear la muralla. Se estaba apoderando de mí el miedo a la soledad que tanto temí desde mi adolescencia y observaba como mi reflejo en el espejo representaba la tristeza de mi ser. Sentía en ese momento lastima de mi mismo por no saber lo que hacer ni cuál es mi lugar. Mi felicidad se había convertido en una flor marchitada por falta de agua o por que se le quito la apreciada luz que le daba vida. Mis manos en la cabeza indicaban mi ansiedad y en mi cabeza solo escuchaba el nombre de mi antigua compañera de batallas. Empecé a recordar lo suave que era esa cabellera dorada que brillaba con gran intensidad con cada rayo que le daba el sol. Esa melena rubia bailaba con el viento y cada primavera llenaba de luces cada rincón. Sus ojos azules eran diamantes que tenía la capacidad de llegar al alma y dejarte sin respiración en solo un segundo. Tampoco me podía olvidar de sus labios, cada beso suyo era como si Afrodita bajase del cielo y me besara lentamente con los labios mojados en ron mientras varios violines ponen la banda sonora de aquella pasión. Su cuerpo era el camino hacia el olimpo, era la guitarra con la que toque mis mejores acordes y la cual mi hizo el artista que yo era. Era una chica con la mente abierta, era la inocencia de Alicia cuando entro en ese país maravilloso pero a su vez tenía una gran fortaleza. Gracias a su afición a la literatura consiguió recolectar un jardín de conocimientos, conocimiento con el que poder afrontar esta dura vida. Mientras que ella me llenaba de razón yo siempre intentaba cambiar su dolor por sonrisas y que la felicidad brotase en lo más profundo de su ser. Pero sabía que su dolor seguía torturándola y el pasado recordándole el dolor. Con todo ese llegue a la conclusión de que ella se había marchado porque mis gracias no consiguió salvarla del dolor y era la única forma de escapar. Sacrifico todo lo que tenía aquí para empezar una nueva vida e intentar construir caminos nuevos. Tenía la sensación que quería empezar una nueva vida donde yo no tenía ningún papel en ella. Me dejo apartado de su vida como un niño que al crecer deja todos sus juguetes para afrontarse ante este mundo. Me plantee levantarme y empezar ha empaquetar para marcharme para la Almería. Desde mi pueblo hasta Almería eran una hora de viaje pero aun así decidí marchar antes de la hora de comer para que no me pillara el atasco de tráfico. Guarde toda la ropa que pude en la maleta gris porque era la que más volumen podría ocupar. Lo demás lo empaquete en cajas de cartón de tamaño estándar y otras tres de gran tamaño para aquellos objetos que ocuparan gran volumen. Decidí llevarme cosas como sus dos cazadoras, mis trenes de colección, mis discos de música y también mi selección de libros entre los que los que se encontraban: “El Libro de la Ciencia” de Valle-Inclán, “Así Hablo Zaratrusta” de Nietzsche, “Crónica de una Muerte Anunciada” de García Márquez, “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, y muchos más. Estaba cogiendo cada trozo de esta casa y transportarlo a un nuevo piso donde durante dos años o más. Intentaba coger cada piedra del río para llevármelo a aquel lugar y sentirme como en casa. El problema es que nunca sustituiría el nuevo piso a aquellos cuatro pilares y los recuerdos quedarían en aquel lugar.
Mentiría si yo digo que no estoy orgulloso de empezar también de nuevo, de irme lejos de este lugar que me mata con el paso del tiempo. Estaba deseando de rescribir mi historia desde un comienzos lejos de todo aquello que me intoxicaba y me hacía rabiar hasta tal punto de caer redondo. Quería comenzar ha jugar con el destino, tentar a la suerte y buscar un rincón donde pudiese ser lo más libre que me permitiera la vida. Buscaba el nuevo templo donde mi vida saliera a ver la luz, quería descubrir el nuevo mundo a partir de una loca teoría y arriesgarme al abismo. Pero me sentía como un crítico que se dedicó toda la vida a dar malas críticas a todo el mundo y ahora me encontrara rodeado por todos ellos llenos de ira y sed de venganza. Durante mucho tiempo había florecido en mí una sensación de antisocial alimentada por la televisión y la discriminación de la sociedad por ser diferente. A la primera que surge una diferencia ante la sociedad produce una discriminación y yo de ello sufrí demasiado. Desde mi infancia me trague mi orgullo miles de veces, fui víctima muchas veces de la hipocresía y la maldad de la infancia me obligo a madurar antes de tiempo. Termine de paquearlo todo y decidí que era el momento de marchar e intentar evitar mirar atrás aunque sea difícil.
Sergy06 de enero de 2016

1 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Polaris

    Me ha gustado mucho leerte, saludos.

    Pol.

    08/01/16 06:01

  • Sergy

    Gracias Polaris. Un saludo. :)

    15/01/16 09:01

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