Me hundiré en océanos de sangre, arrastrado por olas plagadas de tiburones y manatíes; devoradores de nutrias, ignorantes de estar en aguas que no saben surcar.

Como esclavo que se revela y ataca a su dueño por las ansias de libertad, dejándolo a merced de sus dolores, estrujando su cabellera y haciéndolo huir.

Un concierto de voces se escucha, y vuelvo sentir ese amor fraternal de una madre que ya no necesito.

Viajo en autocares sin destino cierto. Con la miel entre mis labios, oigo sin entender, anhelo lo que no es mío; jugando con los pies descalzos a conocer dos veces a las mismas personas…

Saltaré de este mar sin calma y surcaré los cielos esperando esa mano invisible en la que un día me sostendré.

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