Conocerás mis vestidos guardados
y las lágrimas ocultas en mi almohada.
Tocarás mi cuerpo herido por el paso del tiempo
Y yo te pediré: Esta noche quédate.
Triunfarás ante el instante sin miedo
y me descubriré sin ropa, sin penas.
Cambiarás el aire turbio que oscureció mi casa
y andaré, a ojos cerrados, por las riquezas de tu piel.
Y así, la mañana nacerá en vehementes rayos de sol
y me despojará de esta inmensa blancura.
Me volveré ardiente; te volverás agua fresca
y la noche nos hallará, completamente evaporados.
