Caía nieve en la ciudad y todo mi alrededor estaba sumido en un silencio angustiante e impenetrable. Faltaban minutos, quizás segundos, para festejar la tan esperada navidad, sin embargo me sentía en otro mundo, con otra gente y otros colores; con otros sentimientos. No podía concentrarme y una extraña culpa me perseguía sin saber porque. Levante la mirada y vi a toda mi familia con una sonrisa amarilla en la cara repartiéndose regalos y buenos deseos aunque todos en sus ojos revelaban agonía.
Por alguna extraña razón era como si no me vieran, como si fuera totalmente invisible para ellos o simplemente no les importara mi presencia. Camine entre ellos pero seguían sin notarme, el único que lo hacia era el extraño gato persa de mi padre que no dejaba de seguirme con la mirada, corrí hacia mi madre y la vi llorando junto al árbol. Todos la veían. Nadie hacia algo...
Fue como un balde de agua fría, todo mi mundo se estremeció y los sentimientos me embragaron. Fue como recuperar la memoria, una memoria que me dejo sin el aliento que no tenia
-lo siento - le dije casi en un susurro aunque estaba segura que no me escucharía porque la verdad de todo es que hace un año a esta misma hora, yo me suicide.
