Ámame, destruyeme y no tengas piedad. Quiéreme como a una botella de ron, consumiéndome de a poco. Hazme trizas con tus garras y deja marcas de sangre. No sientas pena porque de tanto sufrir llega un punto en donde deja de doler y estoy vacía.
Recorre mi espalda con un filo helado y presiona, deja que la sangre corra y sea una con mi piel. No veas mis lágrimas y no me dejes porque todas las heridas sanan y no puedo dejar que las mías cicatricen. Ámame fuerte o no lograre sentir nada. Destruyeme y has que olvidé todo lo demás. No tengas piedad de este cuerpo sin vida, marcado y pálido.
Si siento mi pecho doler prefiero que sea por cortes finos y si me falta el aire ahorcame para que me falte con razón. Hazme real. Y cuando termines sonrieme y veré como el mundo de vuelve irreal al lado del dolor y seré feliz porque nada importa de verdad.