Nos entregamos a un mundo de placeres, a lo vano, a lo que creemos que tiene sentido, lo que pensamos que vale la pena, pero resulta que sólo es algo de momento, algo que te llena un pequeño rato y después te destruye, con el tiempo te hace menos, te ataca en el corazón y lo recuerdas día tras día. Si llegas a conocer a alguien comienza a valer oro te sientes menos, como si le fallaras y piensas que no vales la pena ya que fuiste algo que no daba mucho, tu peor temor ese que ese alguien caiga en lo mismo, te vuelves loco y quieres protegerlo a toda costa sin importar que halla que hacer.
Los "placeres" de la vida no son los que pensamos, no son eso que pudre tu corazón y te vuelve mierda; lo más cercano a el placer de la vida, es dar lo mejor, cumplir sueños, metas, objetivos para estar feliz y compartirlos con las personas que si valen, que están en tú y no quieres que se vallan.