Sólo yo conocía lo que era estar deseando madrugar cada mañana, lo que era abrir poco a poco los ojos para encontrarme con los tuyos aun cerrados.
Tu no sabias los minutos y horas que llegaba a observar cada gesto por pequeño que fuera que hacías, aun dormido. Me encantaba ver como fruncías el ceño y entonces saber que estabas teniendo una pesadilla, pero cuando mas me gustaba, era cuando te salía media sonrisa e imaginarme que en ese momento era yo la que estaba en tus sueños.
No sabías que por cada sonrisa tuya habían dos mías, que tus pesadillas no las sufrías solo y que cada noche me acostaba feliz sabiendo lo que me iba a encontrar al despertar. Hoy, son las cuatro de la madrugada, y me da miedo dormir por que se que nunca mas podre estar en tus sueños ni podre consolarte en tus pesadillas, por eso por favor ven, y ayudame a despertarme.
Qué bonito. Me ha encantado de verdad, precioso.
Saludos.