Te esperaba. El corazón te llama a su manera. Mientras soñaba con noches inventadas, tus manos me llamaron. Mirabas fijamente. Eras ternura, sueño, ese gesto perezoso de la mañana inacabada. Te señale la hora. Rojo tu color. El rostro algo cansado, la oscuridad de tus ojos como fondos de océano que ocultan mis deseos. Has llegado. Ingenuo, como deteniendo el reloj de un tiempo que sólo existe en ti.
Tus escritos se mecen tiernamente sobre el océano de tus palabras.
Gracias por compartirlos siempre.
Un enorme y admirado abrazo