Un día vi al Principito cómo cuidaba su rosa.
Me daba vergüenza acercarme a él y pedirle que
me dejara ver de cerca su gran tesoro.
Le saludé desde lejos, pero siguió pensando,
mirando la mágica flor.
¡ Quiero tener una rosa ! Pensé y pensé!
Quiero tener todas las cosas que quiero tener, pero es
imposible. Me puse un poco triste.
Entonces, el Principito me miro y me señaló el suelo.
No entendí nada.
Me saludó y soplando hizo que un pétalo volara
hacia mí.
¡ Un pétalo no es toda una rosa ! Pensé y Pensé,
pero sonreí cuando el pétalo se transformó en un sueño.
Una vez, vi al Principito cuidar su rosa.
Me saludó. Sé que siempre ha estado allí,
en mi sueño.
me has hecho llorar,¡ cuanta ternura, cuanta sensibilidad!
qué Dios te guarde.
besos.