TusTextos

La Mansión de Las Muñecas

“Día de los santos”. View Hills (Phoenix, Arizona). 1.974


Anunciador: “Compren ya sus boletos para la mayor y única feria del día de los santos. Usted podrà ser testigo de una de las experiencias más atractivas de su vida”.

- ¿De veras piensan que venir a esta maldita feria nos sacará el aburrimiento? 100 % seguro que mi idea del cine era jodidamente mejor – decía Clay, mientras metía sus manos en los bolsillos, buscando algo de monedas para comprar alguna cerveza.
- ¿Siempre tienes que quejarte por todo? Desde que empezamos a salir que te vives quejando de cada maldita cosa, todos los malditos días de toda la maldita semana. Siempre vamos a donde tú quieres; esta feria es muy especial para mí; de pequeña mis padres siempre me traían, memorízatelo. - reprochaba Lupe, intentando hacer entrar en razón a su incontrolable novio.
- Oigan, que tal si terminan con su inexplicable discusión y vamos por unas cervezas y de paso aprendemos algo sobre este día, porque no tengo la menor idea en qué consiste – sugirió Ivonne, un poco cansada de las constantes peleas de los dos.
En la ciudad se consideraban estas fechas muy importantes, por la gran cantidad de creyentes que se acercaban a festejar y rendirle culto a sus figuras veneradas.
Familias enteras tomaban este día como uno de los más interesantes del año, dando rienda suelta a las supersticiones y demás creencias a la que la gente se aferra.
Luego de comprar un par de cervezas, los tres amigos se pasearon por la feria, viendo las atracciones del año y contemplando a su vez, las distintas figuras de santos, de gran tamaño y perfectamente esculpidas, a tal punto de parecer reales, lo cual sorprendió a Ivonne, la cual, deteniéndose frente a una de las estatuas dijo: - Siempre pensé que una estatua que esté bien hecha puede generarte la sensación de que está hablándote. La expresión de los ojos, la magnificencia de tan solo pensar que pueda existir algún tipo de comunicación con una imagen fabricada a pensamiento del hombre; ¿se imaginan si pudiese existir esa posibilidad? –
Encendiendo un cigarrillo, el joven Clay miró a la muchacha diciéndole: - Sería interesante, pero ya las cosas tendrían menos sentido y nos verìamos forzados a averiguar que otras cosas hacen las estatuas que hablan, jajaja; creo que deberìas dejar de fumar por un tiempo –
En eso, una pequeña niña de tal vez no más de 10 años, se acerca a los jóvenes, dándoles un folleto, el cual decía: “Visite la mansión de las muñecas”. 15 Km. Al este de View Hills (Phoenix)”. Luego de esto, la niña agacha la cabeza y se va sin decir una sola palabra.
Sonriendo, mientras apagaba el cigarrillo, Clay dice: - Perfecto, por fin algo de emoción. No se que demonios sea esto, pero el nombre resulta bastante excitante. Creo que debemos ir para allá.
- Clay, déjate de idioteces ¿de veras quieres ir a una casa a ver la colección de malditas Barbies? Es una tontería con todas las letras – acotó Lupe, totalmente desinteresada del tema.
Pero no costó mucho para que el muchacho convenciera a las dos jóvenes de ir; podían utilizar el auto del padre de Clay hasta las 11 de la noche, horario en que debían volver. Podía ser la solución a todo el problema previo que se había generado.
Recorriendo por la carretera, Lupe insistía que no tenía sentido ir a un lugar sin atractivos, lo cual uno de seguro olvidaba en una hora; pero nada impedía que avanzaran hacia allí.
- Tan solo imagínatelo. “La mansión de las muñecas”, suena a un lugar lleno de muñecas de Playboy, con grandes senos y que cumplen todos tus sueños; me provoca una gran ansiedad de tan solo pensarlo; debí haber fumado algo antes de salir de casa – decía Clay, siendo prácticamente el único entusiasmado entre los tres.


Bienvenidos a forest hills

Una enorme mansión, encima de unas rocas, era lo que algunas personas conocían como “La mansión de las muñecas”, aunque la mayoría de los habitantes del pueblo jamás entró; tal vez no provocaba atractivo alguno.
- Bueno hermosuras, llegamos. Ahora descubriremos las fantasías que puede ofrecer este lugar. Apurémonos a entrar, de seguro me deben estar esperando Barbie y sus amigas – expresó Clay, queriendo descubrir el gran misterio.
Al asomarse a la gran puerta, se dan cuenta de que el lugar no se encontraba abierto, tal vez porque llegaron tarde, o era una atracción cerrada por la escasez de público.
Tras insistir unos 5 minutos, los recibe la misma pequeña que les había entregado el folleto, la cual, parecía vivir allí.
- Vaya, que sorpresa. ¿Cómo estás pequeña? Este lugar debe ser de tus padres. Si no es molestia queremos recorrer y echar un vistazo; parece ser muy interesante lo que hay aquí – opinó Clay, el cual de cualquier manera quería inspeccionar el lugar.
La niña los miraba fijamente, con unos ojos tranquilos e inocentes, diciéndoles: - Seguro quieren ver las muñecas; pero es inútil, aquí ya no hay nada interesante para ver. Este lugar solía ser de mi abuela en los 50`s, pero con el tiempo la gente perdió interés y ya nadie ha pisado este lugar por años -
Tomando la delantera de la conversación, la bella Lupe preguntó: - Si es verdad que este lugar cerró sus puertas hace años, ¿para qué se supone que nos diste el estùpido folleto en la feria? No es para nada gracioso recorrer 15 Km. para que una pequeña niña nos juegue una broma.
- Lo siento, pero mi abuela quiere que siga repartiendo esos folletos para que la gente vuelva a acercarse; aunque desafortunadamente no hay nada para ver hace un tiempo – respondió la niña.
Las dos muchachas se dieron vuelta, marchándose hacia la puerta y luego subiendo al auto, dando a entender que no tenia sentido el haber ido hasta ese lugar desértico, para, al fin y al cabo, no ver nada de lo que pretendían. Clay, por su parte, aún no estaba del todo conforme, por eso le dijo a la pequeña que quería hablar con su abuela, si era posible.
- Mi abuela está durmiendo; una vez que toma sus pastillas, por lo general duerme hasta el día siguiente; lo siento nuevamente –
De verdad había sido una gran desilusión, puesto que habían hecho un buen recorrido en vano, y ya no tenía sentido seguir preguntando.
Aferrado al volante, Clay seguía diciendo que no podía creer que todo fuese una mentira, además de disculparse con las dos por haberles hecho pasar un mal rato, a sabiendas que estaban en total desacuerdo.
En eso, empieza a caer una lluvia muy fuerte, acompañada de un terrible viento, el cual dificultaba manejar, siendo una ruta con poca visual. – Diablos, creo que debemos acelerar un poco la marcha si queremos llegar a casa; ya está oscureciendo y mi padre empezará a preocuparse – decía Clay, artífice de todo.
Las chicas se recostaron en el asiento, esperando llegar a casa, luego de pasar una mala tarde. Luego de pasar por una falla en el camino, uno de los neumáticos queda averiado, impidiéndoles poder continuar.
- Mierda, lo único que me faltaba. Ahora estamos fritos, mi padre va a matarme si se entera de esto – decía Clay, apoyando la cabeza por el volante.
- Oye, no es para tanto. Llama a Marvin o al imbècil de Darrell; alguno de los dos traerá su auto y nos ayudará a salir de aquí – acotó Ivonne, cruzada de brazos, sin muchas ganas de seguir escuchando a su amigo quejarse.
El muchacho sabia que no sería la mejor de las ideas llamar a sus amigos, ni siquiera captar la atención de nadie, lo más factible era intentar solucionar el problema con la ayuda de alguien cercano.
- Creo que la única opción que nos queda es volver a la casa de esa niña y quedarnos allí hasta que pase esta lluvia; tal vez su abuela conozca a alguien que pueda ayudarnos – sugirió Clay, un poco limitado de soluciones.
Bueno, la idea, a decir verdad, no les caía del todo bien a las dos muchachas, pero ciertamente era lo único que se podía hacer en ese momento, ya que esa casa era lo más cercano que tenían en varios kilómetros. Los jóvenes volvieron hacia allá, forzando bastante el auto con el neumático averiado.

Quince minutos después…

El muchacho golpea la puerta, intentando cubrirse con su abrigo de la fuerte lluvia. Tras varios intentos, mira hacia las chicas que se encontraban en el auto, en señal de que nadie quería recibirlos, al parecer. Rápidamente, Lupe se baja del auto y va corriendo hacia la puerta, intentando ver si se encontraba abierta, la cual, por fortuna sí lo estaba.
Los tres entraron con mucho silencio, puesto que la niña les había dicho que su abuela se encontraba durmiendo. Tras ver que en el lugar había una gran tranquilidad, Ivonne se sienta en un amplio sofá rosado a descansar.
- Preguntemos si tienen algún teléfono para poder comunicarnos con alguien – decía Lupe, ya un tanto cansada y malhumorada por la situación.
- Vayan ustedes, yo los esperaré aquí – respondió Ivonne.
La pareja empezó a buscar si había alguien en esa inmensa casa, la cual tenía una antigua construcción y en parte, parecía un poco descuidada, debido a la falta de cuidado que se le había dado en los últimos años.
Tras cruzar por una inmensa puerta, ambos entraron a la cocina, la cual era realmente bella y muy iluminada. A todo esto, la niña parecía haberse dormido; aunque resultaba extraño que la casa se encontrara abierta aún. Para peor, el fuerte viento hizo que uno de los cables de luz que se encontraban afuera se cortara, dejando la casa sin luz.

Casa de los Nash

El padre de Clay, muy preocupado por su hijo y sus amigos, llama a la policía, sabiendo que con el mal tiempo, tal vez algo pudo haberles pasado.
- Policía de Phoenix, ¿en qué podemos ayudarlo? –
- Buenas noches; mi nombre es Frederik Nash. Mi hijo salió hace varias horas con unos amigos en mi auto, a estas horas ya deberían haber regresado, pero creo que esta lluvia los habrá detenido en algún lugar. Lo que me preocupa es que no se hayan comunicado hasta ahora –
- Dígame dónde se encontraba su hijo y mandaremos una patrulla a revisar el lugar –
- Bueno, ellos iban a la feria del Día de los Santos, así que lo más probable es que aún se encuentren en ese lugar. El nombre de mi hijo es Clayton Emmanuel Nash –
- No se preocupe señor, iremos a revisar el lugar y le informaremos -
Tras colgar el teléfono, Frederik toma una botella de whisky y un vaso, sentándose al lado del mismo aparato comunicador, en espera de nuevas noticias sobre el paradero de su hijo.

“programación del horror por el canal 27”

• Payasos asesinos del espacio exterior
• El destripador de nueva york
• Mi esposa se comio a mi perro
• El ataque de los tomates asesinos
• Phenomena

“La película de medianoche”

• Los niños no deben jugar con los muertos


La lluvia parecía no querer cesar, de tal forma que era un poco difícil regresar a casa en tales condiciones. Mientras tanto, recostada por el bello sofá, Ivonne enciende un cigarrillo diciendo: - Que se joda el asma! No he fumado desde que salí de casa; “Sé un buen vaquero y fuma Texas Premium” jajajaja, adoraba esa publicidad – en eso, escucha un ruido que parecía rodearla, algo así como unos pasos que cubrían el rededor del sofá.
Un poco asustada, con una tiesa vos pregunta: - ¿Hay alguien ahí? – y los pasos cesaban de a poco, dando paso a un nuevo silencio. Pero tan solo duraba unos momentos, ya que volvían a hacerse sentir, aunque la vista de Ivonne no captaba nada.
- ¿Mierda, qué carajo pasa aquí? – dijo muy asustada la joven, en el momento que una aparente tierna e inocente muñeca de pelo marrón, vestido azul y ojos enrojecidos se abalanza sobre ella, con una pequeña sierra en manos, la cual utilizó para abrir a Ivonne desde el estómago hasta la cabeza, llenando el sofá de sangre. Mientras agonizaba, la bella y malograda joven miraba aterrorizadamente a la diabólica muñeca, la cual empieza a sonreír sin emitir ningún sonido y contemplado la muerte de su víctima.
- Creo que encontré algo – decía Clay, mientras se acercaba a una gran alfombra color pasto, la cual parecía encontrarse colocada de una manera extraña.
Al mover la alfombra de allí, se encuentran con una pequeña puerta, la cual parecía dirigirse posiblemente al sótano. – Bajemos a ver que hay; tal vez es aquí donde guardan las muñecas que exhibían – insistió el muchacho, quien rápidamente abrió la puerta, encendiendo su zipo para poder iluminar el sitio.
Bajando lentamente por las escaleras, iban sintiendo un intenso frío que emanaba el lugar, pareciendo estar dentro de un refrigerador. La situación no era del agrado de Lupe, la cual dijo: - Hace demasiado frío, creo que deberíamos regresar junto a Ivonne – tras lo cual su novio respondió: - Veo que no te gusta vivir sobre lo peligroso. Hice todo lo que me pediste y te acompañé a esa ridícula feria, sabiendo que no me agradaba para nada; ahora por un momento déjame hacer lo que me parezca correcto. No deberías estar siempre a la defensiva, eso puede llegar a joderte un día de estos –
Acercándose hacia la pared, Clay se encuentra con unos recortes de periódico que se encontraban pegados, los cuales parecían ser muy viejos por su falta de color. – Sostenme esto – dijo Clay, mientras le daba a la joven su encendedor para que le iluminara el texto. Uno de estos decía lo siguiente: “Mujer viuda abre una casa de muñecas”, otro decía: “Crece el misterio por la mansión de las muñecas”, “La mansión de las muñecas cerró sus puertas. La mujer ha desaparecido”. Todo esto resultaba muy extraño, ya que parecía que el lugar había cerrado hacía muchos años, escondiendo un misterio que nadie había podido develar.
- Creo que deberíamos irnos de aquí; esto verdaderamente no me gusta para nada – expresó Lupe, con una suave y asustada voz. En ese mismo momento, escuchan una risa fina que no cesaba, la cual parecía ser de la pequeña. La muchacha empezó a alumbrar por todos lados, intentando encontrar lo que la estaba aterrando.
Sentada sobre una antigua silla se encontraba una pequeña muñeca vestida de blanco y sonriendo sin parar. Clay, se acerca a ella, la levanta y revisa si había algo raro con ese aparente inofensivo juguete, al mismo momento que la muñeca deja de sonreír.
- Clay, por favor vàmonos, aquí algo no anda bien. Hazme caso, maldita sea! – decía la bella muchacha, con unas lágrimas de desesperación en los ojos.
Ambos volvieron a subir hacia la cocina, cerrando fuertemente la puerta del sótano y dirigiéndose junto su amiga. Los ruidos que provenían de la casa eran cada vez más fuertes, aunque sin denotar ninguna presencia.
Al llegar al living que estaba junto a la entrada, ven que Ivonne no se encontraba, lo cual hizo a Clay decir: - Tal vez fue al baño, o a buscar ayuda – mientras que Lupe seguía avanzando hacia el rosado sofá, notando que éste se encontraba lleno de sangre por doquier, lo cual hizo que la joven comenzara a gritar desesperadamente!!!









PROXIMAMENTE

“El demonio de Ordell Joe”
Una pelicula de Lucio Fulci


EN LOS MAS ATERRADORES CINES DE TU CIUDAD!!



Clay le tapó la boca a su novia, advirtiéndole que dejase de gritar; definitivamente estaban bajo la presencia de algo malvado, que no permitía la presencia de extraños.
Los dos se dirigieron a la puerta, intentando buscar algo de ayuda, pero increíblemente la puerta se encontraba llaveada, todas las ventanas estaban cerradas y bien aseguradas y, peor aún, en las cercanías no había nadie a quien acudir por ayuda.
- Alguien está haciendo esto y no nos dejará salir; estamos atrapados – decía Lupe, mientras su desesperación crecía cada vez más.
- Saldremos de aquí, no pierdas la calma; eso no nos ayuda en absoluto – respondió Clay, buscando la salida del lugar.
En eso, una joven de pelo rubio muy claro se acerca a los dos, golpeándolos con una pala en la cabeza, dejándolos inconscientes en el suelo. Esta muchacha parecía tener todo el cuerpo hecho de plástico, al igual que la cara, tal cual como una muñeca.
La joven mira fijamente a la desafortunada pareja que se encontraba tendida en el suelo, arrastrándolos de los pies hacia las escaleras y llevándolos hacia arriba.
Esta enorme casa parecía estar maldecida, y no solo eso, además resultaba estar habitada por seres muy extraños, sin ninguna aparente buena intención y con muchas ganas de matar.
Mientras tanto, el señor Nash esperaba impaciente el llamado de la policía, muy preocupado por su hijo, el cual ya debía haber regresado a la casa. Tras esperar por más de una hora, el hombre toma las llaves de su auto y sale a buscar a Clay por su cuenta.
Los oficiales, De Grazia y Nicotero llegaron al lugar donde se realizaba la feria del “Día de los Santos”, comprobando que en el lugar ya no se encontraba más nadie, además de estar bastante oscuro e inundado por el agua caída, la cual parecía no parar en todo lo que restaba de la noche.
- Oye, creo que una niña está sentada debajo de aquella tienda – decía Nicotero a su compañero, mientras señalaba a la pequeña, que se encontraba acurrucada del frío, intentando no mojarse – acercándose a ella, el oficial pregunta: - Niña, no deberías estar aquí, te acercaremos a tu casa – convenciéndola y subiéndola al auto de patrulla.
La niña, en cuestión, era la misma que había guiado a los jóvenes hacia la mansión de las muñecas, la cual parecía estar gran parte del día en ese lugar; quizá para llevar a la gente hacia ese malvado lugar.
En el camino, los oficiales realizaban preguntas a la niña; la mayoría de ellas no eran correctamente respondidas, supuestamente porque la pequeña no tenía conocimiento de nada de lo que estaba sucediendo.
Bob Nicotero preguntaba una vez más, mientras encendía su cigarrillo: - Pequeña, sabemos que te encontrabas sola y asustada, pero ya no hay nada de qué temer. Solo queremos saber si has visto a los tres jóvenes que te mencionamos hace unos instantes.
La niña mantenía su cabeza gacha, respondiendo: - He visto muchos jóvenes a lo largo del día en la feria, pero no tengo idea quiénes son las personas que ustedes mencionan – luego de esto, la niña continuaba guiando a los oficiales hacia su casa, lo cual extrañó mucho a De Grazia, el cual dijo: - Oye pequeña, este camino no conduce a ningún lugar habitable, excepto bueno, a “La mansión de las muñecas”, ¿no vivirás ahí verdad? – tras lo cual la niñita respondió que vivía allí con su abuela, que se encontraba muy enferma y debía llegar para darle sus pastillas antes de dormir.
Esto por supuesto sorprendió a ambos, ya que durante años se pensó que ese lugar estaba deshabitado, aunque en ese momento no debía comunicarse nada, sin primero chequear el lugar.
Unos diez minutos después, habían llegado a la enorme casa, la cual se encontraba completamente a oscuras, al igual que gran parte de esa zona.
- Gracias por traerme; ahora si me disculpan, debo ir a cuidar a mi abuela – dijo la niña, mientras entraba apresuradamente a la casa.
A los dos oficiales les resultó muy extraña la actitud de la pequeña, por tal motivo pidieron entrar a revisar la casa, para luego irse y no molestar más.
- No creo que sea buena idea, a mi abuelita no le gustan los extraños, y si sabe que metí a alguien a la casa a estas horas se enfadará mucho – dijo la niña, un tanto asustada.
- No te preocupes; no creo que tu abuela quiera joder con dos agentes de la ley – agregó De Grazia, entrando a la casa junto a su compañero.
- Tan solo echaremos un vistazo niña; no hay demasiado de qué preocuparse. Luego te prometo que nos iremos – dijo Nicotero, tocándole la cabeza a la pequeña.
Los oficiales empezaron a revisar la casa, notando algo muy extraño; el sofá donde la bella Ivonne había sido asesinada parecía haber sido movido de allí por alguien.
- Vayamos arriba – dijo De Grazia, mientras sostenía su linterna negra.
- Arriba está mi abuela despierta, por favor no la despierten. Será mejor que no suban – suplicó la niña, pero ambos subieron sin hacerle el menor caso. Ésta no decidió seguirlos, tan solo se quedó a esperarlos parada en el mismo lugar.
Ambos entraron a una habitación vacía, la cama estaba bastante desordenada y había muchas muñecas tiradas en el piso, por lo que Nicotero dijo: - Esta niña es jodidamente desordenada, jaja – mientras que su compañero notó que del enorme armario parecían salir ruidos muy extraños.
Mirando con mucho temor, De Grazia abre el armario, notando que no había nada que pudiese hacer ese extraño ruido que parecía unas risas inocentes.
- ¿De dónde demonios vienen esas risas? – preguntó Nicotero.
- Creo que detrás de este armario hay algo – respondió su compañero.
Efectivamente, luego de mover el armario notan que había una pequeña compuerta, la cual parecía esconder algo, por eso estaba cubierta por ese gran pedazo de madera.
Sacando sus armas, ambos intentan abrir la compuerta, pero ésta se encontraba cerrada, por eso prosiguen a derribarla tomando carrera y empujándola con el cuerpo. Al derribar la puerta, ven que los dos jóvenes que estaban buscando se encontrabas atados de pies y manos a una cama de hierro oxidada, rodeado de pequeñas muñecas, todas ellas vestidas con vestidos azules, como la que había matado a Ivonne. Los oficiales miraban totalmente aterrados los ojos diabólicos de tales juguetes, los cuales se abalanzaron sobre ellos, portando cuchillos, tijeras y pequeñas sierras, atacándolos de manera demencial.
Clay y Lupe observaban como ambos oficiales eran destripados y cortados en pedazos, los cuales a su vez, eran arrojados a pequeños gatitos negros que se eran cuidados por las muñecas.
El lugar estaba totalmente endemoniado; allí dentro solo había lugar para la muerte, la cual estaba dispuesta a llevarse a todos los que pisaban la mansión.
Luego de mutilar por completo a ambos oficiales, las pequeñas muñecas se detuvieron y miraron fijamente a los jóvenes, para luego quedarse en su estado natural, volviendo a convertirse en juguetes normales.
- Qué mierda es todo esto!! Debemos tratar de salir de aquí – dijo Clay en un tono muy bajo, intentando zafarse de las cuerdas que lo ataban con gran presión.
En eso, la muchacha con aspecto a muñeca, la misma que los había golpeado y dejado inconscientes, se acerca hacia ellos, tocándole la cabeza a ambos y diciendo: - Han sido muy maleducados al entrar a esta casa. Aquí, todo el que entra debe ser sacrificado; es la única forma de mantener vivo este lugar – a todo esto, la bella Lupe la miraba horrorizada, con lágrimas en los ojos, mientras la anfitriona pasaba a contarles el “por qué” de la muerte que iban a tener:
- Este lugar lo abrió mi abuela hace unos 20 años, se suponía que sería una atracción turística, pero jamás ninguna maldita persona se interesó en entrar, por eso ella se vio obligada a cerrarlo para siempre. Mi madre murió cuando yo era muy pequeña; aquí solo vivimos mi pequeña hermana Molly, mi abuelita y yo.
Como podrán haberse dado cuenta nos encantan las muñecas, ya es algo hereditario. Son tan hermosas, tan inocentes, pero si alguien trata de derrumbar su sueño, pueden ser muy malvadas al igual que cualquier niño al cual le arrebatan su helado. Mi abuelita solía practicar brujería cuando era más joven, de tal forma que una vez, leyendo ciertas escrituras que se encontraban en un libro de magia negra, pudo darle vida a todas las preciosas muñecas que tenía en la casa. Desde ese momento consiguió quienes la cuidaran por mucho tiempo.
Un tanto sorprendido, con una voz muy suave y desganada, Clay pregunta: - ¿Por qué tienes el cuerpo así? A ti también te afectó la magia estùpida! – a lo que la joven responde: - jajajajajaja, ¿estùpida? … (susurros) yo me he realizado unas cuantas operaciones a pedido de mi abuelita, ya que según ella, yo sería la primera de la familia Hush en ser una muñeca por completo.
- Todos ustedes están enfermos – decía Lupe, mientras contemplaba la sonrisa malvada de la joven, quien no iba a permitir que insultaran a su familia tan fácilmente.














• la novia de frankenstein
• la noche de los muertos vivientes
• them!
• Demencia 13
• Aquella casa a lado del cementerio




El señor Nash condujo en su auto hasta el lugar donde se realizaba la feria del “Día de los Santos”, notando que ya todo había acabado hacia unas cuantas horas. Por el momento, la lluvia había cesado, dejando un gran silencio en la noche.
Al empezar a buscar alguien de ayuda, nota que había muchas pisadas de barro en el lugar, obviamente de mucho después que la gente abandonara el lugar. Además, sobre uno de los mostradores, había un papel totalmente blanco, sin haberse mojado; como si lo acabaran de colocar allí. El siguiente decía: “VISITE LA MANSIÒN DE LAS MUÑECAS” 15 Km al este de View Hills.
Frederik supo de inmediato que Clay y sus amigos habrían ido a ese lugar, ya que conocía perfectamente la curiosidad que despertaban estas cosas en su hijo, el cual desde pequeño ya mostraba esa inquietud por descubrir cosas insólitas. De tal modo, vuelve a subir al auto, yendo directamente a meterse en el mismísimo infierno.
El camino estaba lleno de lodo, lo cual imposibilitaba llegar con facilidad, pero esto no detenía al señor Nash, el cual haría hasta lo imposible por encontrar a su hijo.
Al llegar al lugar, el cual se encontraba rodeado de inmensos arboles que parecían proteger la casa de extraños, Frederik se baja del auto y se dirige hacia la puerta, extrañándose mucho, ya que todo se encontraba muy duro. En eso, ve oculto entre unas hojas su auto, el cual Clay debía regresarlo para las 11.
- Sabía que ibas a estar aquí Clay, ¿por qué no me dijiste nada? – luego de decir esto, golpea la puerta repetidas veces, buscando una respuesta.
Tras esto, la niña de nombre Molly, sale a recibirlo; increíblemente, las luces de la casa se habían encendido nuevamente, como si las hubiesen apagado a propósito.
- Señor, ¿puedo ayudarle en algo? Es un poco tarde, ¿no le parece? – decía la pequeña, frotándose los ojos.
- Sí, disculpa. Estoy buscando a tres jóvenes, uno de ellos es mi hijo. Verás, ese automóvil que se encuentra allí es mío y vengo a buscarlo y llevarlos a casa – pero al señalar hacia donde estaba el auto, éste ya no se encontraba ahí; alguien lo había movido con mucho silencio.
Frederik empieza a acercarse lentamente, sin poder creer lo que había sucedido, diciendo a su vez: - ¿Qué está pasando aquí? El auto se encontraba en ese lugar y ahora ya no está.
- No se preocupe señor, los jóvenes que usted busca se encuentran aquí. Vinieron hoy por la tarde, buscando algo de ayuda, porque se les había averiado un neumático; pase con confianza – dijo por su parte Molly, engañando a una persona más.
El hombre entra a la casa, sabiendo bien que algo raro estaba sucediendo, ya que había pasado mucho tiempo y no existía razón alguna para seguir allí. – Espero que me estés diciendo la verdad niña; si es posible, quiero hablar con tus padres – dijo el señor Nash.
- Si quiere lo llevaré a hablar con mi abuela, solo vivo con ella – respondió la niña, con una pequeña sonrisa.
De tal forma, Molly empezó a guiar al señor Nash hacia la boca del lobo, para que las muñecas se encargaran de él, al igual que lo hicieron con los dos oficiales y con la bella Ivonne. Era imposible salir con vida dentro de esa horrorosa mansión.
Al llegar a la habitación donde se encontraban encerrados los jóvenes, la niña dijo: - Aquí es donde están; usted debe entrar solo, yo ya no puedo acompañarlo – a lo que el hombre, abrió la puerta con mucho cuidado, viendo a su hijo y su novia, atados de manos y pies y suplicando por ayuda.
- Papá, por favor sácanos de aquí – gritaba Clay, con las pocas fuerzas que le quedaban. En eso, la muchacha con aspecto a muñeca, aparece con su abuela en una silla de ruedas, ya muerta hacía muchos años; totalmente disecada y guardada para el recuerdo.
El señor Nash no podía creer lo que estaba viendo, por tal motivo sacó su arma y apuntó a la terrorífica joven, la cual empezó a reírse de manera tétrica y maléfica. En ese mismo momento, las pequeñas muñecas de vestidos azules y rosados empezaron a acercarse al hombre con cuchillos y demás elementos letales, listas para matarlo.
Algunas de las tantas muñecas empezaban a caer a causa de los disparos recibidos, pero solo para tomar fuerza y poder levantarse nuevamente. Con agujeros en su plástico cuerpo, los aparentes inofensivos juguetes empezaron a atacar a Frederik, llenando la habitación con más sangre.
Lupe, por su parte había logrado zafar de las cuerdas, intentando aprovechar esa situación para desatar a su novio y escapar de allí; pero Clay dijo, mientras veía como agonizaba su padre: - Corre Lupe, vete de este maldito lugar. Lo siento, lo siento; debes irte ahora –
La joven logró escapar de la habitación, perseguida por las muñecas, las cuales no iban a permitir dejarla escapar. Con pocas fuerzas, bajó por las escaleras, dirigiéndose a la puerta, la cual estaba custodiada por la pequeña Molly.
- No saldrás de aquí – dijo la pequeña niña, viendo como la bella joven iba a ser mutilada; pero ésta reacciona en pleno escape, tomando un florero que se encontraba sobre una pequeña mesa y partiéndoselo por el rostro a la niña, para luego abrir la puerta y empezar a correr cada vez más rápido.
La puerta de la casa se cerró violentamente, mientras que las muñecas se quedaron quietas, intentando ayudar a la pequeña Molly, la cual estaba inconsciente y con mucha sangre en el rostro. Rodeándola, las muñecas empezaron a levantarla, tratando de subirla por las escaleras.
Clay había presenciado la muerte de su padre, también había muerto su amiga Ivonne, y peor aún, no podía saber si su novia Lupe pudo salir con vida de la enorme mansión.
- La abuela quiere que tu muerte sea dolorosa y prolongada; por eso tú, por ser el último, vas a sufrir más que todos; bueno, a no ser que sigan apareciendo amigos tuyos a quienes matar – decía Dolly, la joven con aspecto a muñeca.
En eso, las otras muñecas entran a la habitación, cargando a la pequeña Molly, la cual había recibido un violento golpe que le desfiguró la cara, lo cual impactó mucho a su malvada hermana.
Con lágrimas cayendo de su plástico rostro, la joven empezó a gritar descontroladamente: - Qué le han hecho a mi hermanita!! Voy a matar a cualquier hijo de puta que pise este lugar; y por sobre todas las cosas, voy a hacerte sufrir como nadie – luego de decir esto, la muchacha toma una pequeña sierra eléctrica, la cual pone a funcionar, cortándole la mano derecha a Clay, bañando en sangre el lugar.
- Esa mano solo es para mi abuela, en modo de obsequio – decía la muchacha, mientras colocaba la mano mutilada sobre el regazo de su difunta abuela.
Tras hacer esto, la joven sale de la habitación, dejando la sierra en el piso; tal vez probando la capacidad de Clay, el cual miraba la herramienta fijamente queriendo tomarla.
Luego de correr por más de media hora, Lupe llega a la estación policial del condado de View Hills, totalmente exhausta, toca la puerta con unos golpes muy suaves, demostrando su falta de fuerza y agotamiento. Pero rápidamente, el oficial de turno Roger Brasco, sale a ver quién podía ser a esas horas de la noche.
El hombre ve tendida en el piso a la joven, la levanta y la lleva adentro del lugar, preguntando: - ¿Muchacha que diablos te pasó? Parece que acabaras de venir de una batalla campal – pero Lupe solo emitía sonidos débiles con la boca.
Sentada sobre una silla, la joven recibía un poco de ayuda médica por parte de Brasco, el cual estaba capacitado para emergencias médicas, si es que la situación lo requería.
Tomando el teléfono, llama al sheriff Carson, informándole la situación: - Jefe, perdón por llamar a estas horas, pero tenemos una situación muy extraña aquí. Creo que apareció uno de los jóvenes que estaban en la descripción que nos aportó el señor Nash. Pero es muy extraño, se supone que debían ser escoltados por DeGrazia y Nicotero. A lo que el sheriff, que se encontraba durmiendo junto a su bella esposa, frotándose un poco la cara dice: - Voy para allá. Espero que esto no forme parte de otra de tus estupideces.
Por su parte, Dolly había regresado a la habitación, notando que Clay había podido zafar de las cuerdas y escapado de allí; pero la joven empezó a sonreír de manera diabólica, diciendo: - No podrás salir de aquí jamás! –
Clay había llegado a un cuarto diferente, ya a diferencia de los demás que había en la casa, en éste se podía respirar un aire de tranquilidad y paz. Allí, vio una enorme ventana, la cual se encontraba abierta, la cual, sin dudar ni un segundo, utilizó para arrojarse de allí, cayendo al techo, el cual se deslizaba lentamente hacia abajo.
Luego de saltar del alto techo, el joven quiere correr muy lejos, pero se lastima la rodilla, dejándolo nuevamente en el piso, sin poder moverse. En ese momento, unas veinte muñecas vestidas de blanco aparecen frente a él, con las uñas y los dientes perfectamente afilados, las cuales se arrojaron al muchacho, desgarrándole el cuerpo de pies a cabeza y arrojando los restos a los pequeños gatos que rondaban por el lugar.
Esa mansión era la maldición de Forest Hills, por tal motivo, no había población en muchos kilómetros, sabiendo que allí era el mismo infierno.
Estacionando su Chevy Nova rojo frente a la estación de policía, el sheriff Bob Carson baja con sus botas tejanas de piel de iguana y unos lentes de sol, que aunque fuese de noche no se los quitaba jamás.
- Jefe, que bueno que llegó. Esta joven es Lupe García, hija de Alfredo García, uno de nuestros mejores hombres en los 60`s, ¿recuerda, no? Bueno, en fin; llegó muy lastimada, yo la curé como pude y luego le hice un par de preguntas. A todo esto, Carson se quitó por primera vez sus lentes de sol y dijo: - Puedes dejar de contarme lo secundario y empezar a contarme lo primario! ¿Cuál es el problema muchacho? –
- Bueno, según parece esta muchacha dice que Forest Hills está endemoniado. Fueron allí entre 3; los nombres de los otros dos son: Clayton Nash e Ivonne Dallas Howard. Dice que una niña los guió hasta la mansión de las muñecas y allí les hicieron todo tipo de atrocidades unas…(silencio momentáneo) unas muñecas con vida propia.
Carson empezó a sonreír lentamente; tomó una silla negra que se encontraba en su escritorio y se sentó frente a la joven. Encendiendo un cigarrillo, preguntó: - Lupe; ¿es cierto lo que estás diciendo? Porque “La Mansión de las muñecas” ha cerrado hace muchos años – con pocas fuerzas aún, la muchacha levanta la cabeza y responde: - Mi novio Clay y yo fuimos testigos de cómo esas malditas muñecas asesinaban a sus dos oficiales –
Esto, obviamente alarmó al sheriff Carson y a Brasco, los cuales sabían que por la forma de actuar, realmente ambos habían sido asesinados, con la gran posibilidad de que sus dos amigos también hayan sufrido la misma suerte.
- El señor Nash también fue asesinado; él llegó allí intentando rescatarnos y las malditas muñecas lo mutilaron, frente a su propio hijo, que lo vio morir, mientras yo escapaba como podía porque él mismo me lo suplicó. Todos los que pisen ese lugar morirán – contaba Lupe, mientras cerraba sus ojos llenos de lágrimas.
- Es muy tarde y debes ponerte bien niña; ahora no podemos hacer nada. Así que lo que haremos es esperar hasta la mañana y yo mismo, junto a mis mejores oficiales, iré a revisar el lugar – respondió el sheriff Carson, señalando a Brasco, para que la lleve a dormir un poco, en algún sofá que se encontraba cerca de la cafetería.




PROXIMAMENTE


“El renacer de los muertos”
Una novela de Franco N. Rebori


A la mañana siguiente…

Despierto con más de 20 vasos de café durante toda la noche, Bob Carson se levanta de su cómoda silla y toma su sombrero, el cual se encontraba sobre el escritorio. Caminando por el pequeño corredor, va hacia la cafetería, dirigiéndose hacia donde Lupe se encontraba durmiendo.
- Niña, ahora reuniré a mis hombres y haremos lo que debemos hacer. Lo que llamaría “Una patada al trasero a los cabrones malos” – en eso, la joven despierta de un corto sueño, diciendo: - Sheriff, tiene que creerme. Todo lo que le conté anoche es verdad; solo le pido que traten de volver vivos –
Carson se quita el sombrero y los lentes de sol, mirando fijamente a Lupe, responde: - La verdad que no estoy en posición de juzgar por si te creo o no, pero sé que en ese maldito lugar, hace mucho tiempo suceden cosas extrañas. Verás, cuando yo era adolescente, fuimos con mi mejor amigo Vernon a pescar a Forest Hills; llegada la noche nos emborrachamos, contando historias tontas y riéndonos sin parar. En un momento dado, Vernon dice que iría a la casa más cercana a pedir por un teléfono, para comunicar a su madre que llegaría en un par de horas más. Lo cierto es que él nunca volvió, sé que algo muy malo tuvo que haberle sucedido. He guardado ese secreto desde ese entonces, pero ha llegado el momento de descubrir qué demonios pasa en ese lugar -
Lupe por fin pudo respirar un aire tranquilo, teniendo en cuenta que contaba con la ayuda del sheriff y, que tal vez, podían resolver el misterio que pocos habían visto y vivido. Aunque era muy difícil salir con vida de allí.
Reuniendo a diez de sus mejores hombres, Carson, rodeando a cada uno de ellos y mirándoles a los ojos, empezó a decir: - Caballeros, quiero que sean conscientes que vamos a un lugar maldito; esa casa que hacen llamar “La Mansión de las muñecas” tiene algo malo y perverso escondido. Es hora de que cada uno se ponga los pantalones y sea capaz de afrontar lo que sea que veamos allí dentro –
Cada uno tomó una escopeta, preparados para la masacre, si es que resultaba necesario. Era la primera vez que enfrentaban un problema de esta índole, por tal motivo, había que ser lo más cauteloso posible.
Cargando la escopeta, el oficial Simonson dijo: - Jefe, con todo respeto, pero ¿realmente cree que puede haber algo malo en una casa de muñecas? Que yo sepa, hasta ahora ninguna de las que le compré a mi hija la atacó, jajaja – a lo que Carson, apagando su cigarrillo, responde: - Nadie te obliga a venir Simonson; si de verdad eras un marica que no tiene los huevos suficientes para venir, puedes volver a tu casa con tu esposa Claire y ver como trabajan los verdaderos profesionales –
Dejando a Lupe bajo el cuidado de Brasco, el sheriff Bob Carson y sus hombres, se dirigieron hacia Forest Hills, listos y preparados para cualquier cosa que ocurriese.
- Conocemos a lo joven, ¿verdad jefe?, es decir, es hija de Alfredo García, uno de los mejores oficiales que tuvo el condado de View Hills; ¿no creo que esté mintiéndonos? – decía el oficial Cutters, con su habitual molesta goma de mascar sabor menta.
- Ahora estoy empezando a creerle todo lo que me dijo; antes no estaba muy convencido, pero, a la mierda con todo esto de la superstición. Si en ese lugar hay algo malvado, le dispararemos hasta que nuestros dedos ya no puedan más – respondió muy serio Carson.
Al parar en una gasolinera, a unos cinco kilómetros de Forest Hills, el oficial Simonson aprovechó y compró un par de cervezas, en forma de disculpa hacia el jefe, el cual le había demostrado la seriedad del trabajo.
- Jefe, aquí tiene. Es para disculparme por haber actuado así; como usted dice, démosle “una patada al trasero a los cabrones malos” – decía Simonson, mientras le pasaba la cerveza a Carson, el cual solo emitió un pequeño gesto de aprobación.
En eso, se acerca hacia ellos el hombre que atendía la gasolinera; entrado en años y con una larga barba blanca, además de una cerveza en mano, dice: - Sheriff, perdón por la molestia, pero… por lo que veo se dirigen hacia Forest Hills, pero para serle honesto y con todo respeto, le recomiendo que reúna de nuevo a todos sus hombres y peguen la vuelta, porque ese lugar es la muerte asegurada -
Dándole un largo sorbo a su cerveza, el sheriff responde: - Gracias por el consejo, pero sabemos perfectamente lo que vamos a hacer en ese lugar, y créame que si no es nada bueno para nosotros, tampoco será nada bueno para ellos -
El hombre tan solo juntó sus labios, aguantándose las ganas de decir algo más, para tan solo expresar: - Que tengan un buen día –
Carson juntó a todos, los cuales fueron rápidamente hacia sus autos, repitiendo constantemente: - Caballeros, espero que todos tengan los pantalones bien puestos, porque todo nos indica que la niña tenía razón –
Al costado del camino, un horrible cartel de madera, apenas legible, decía “Bienvenidos a Forest Hills, el lugar de los sueños”, lo cual resultaba totalmente irónico en ese momento. Además el lugar parecía casi completamente deshabitado, desierto por donde se lo mire.

“LA MANSIÒN DE LAS MUÑECAS”. 9:30 AM.

Ya llegados al lugar, cada oficial coloca su auto uno al lado del otro, realizando una especie de cerco, para que nadie pudiese escapar de la casa.
Luego de tomar su escopeta, Carson se dirigió hacia todos sus hombres, diciéndoles: - Ha llegado el momento de descubrir qué mierda hay allí dentro! Todos formen un perímetro alrededor de la casa; Cutters, tú ven conmigo –
Con pasos lentos y empuñando la escopeta, cada oficial estaba atento al primer sonido o movimiento que pudiesen llegar a detectar. Por su parte, el sheriff y el oficial Cutters se acercaron a la puerta principal, intentando abrirla, aunque desafortunadamente se encontraba “cerrada”.
- Al carajo con esto – dijo Carson, apuntando su escopeta y dándole un tiro certero a la cerradura, la cual, luego de romperse, ambos procedieron a patear la puerta y entrar a la enorme casa. Allí dentro no había ningún ruido extraño, todo parecía estar en una profunda paz y una tranquilidad estable.
Tras recibir una seña por parte de Carson, Cutters va a revisar la cocina, lo cual resultaba ser lo más cercano, además de la interminable escalera, que fue el camino tomado por el sheriff.
Los hombres que se encontraban afuera, se acercaron hacia la puerta; Simonson detiene al resto diciéndoles: - Voy a entrar, si no regreso en quince minutos, pueden entrar a buscarme –
Cutters se había topado con la alfombra que estaba en la cocina, extrañándole en gran medida, por los siguientes motivos: 1) Nadie coloca alfombras en la cocina; 2) – Esta alfombra en especial, estaba colocada de una forma muy extraña; 3) Las alfombras son señales de mala suerte, según la religión Bhadu, de la cual el oficial era ferviente admirador; aunque él era una de las pocas personas que la conocía.
Luego de moverla, encuentra la pequeña puerta, la cual parecía conducir al sótano. Con mucha cautela la abre, bajando con pasos muy cortos y rogando para no encontrar nada extraño.
Allí abajo, se encontró con los recortes de periódicos, los cuales tenían fecha del 12 de mayo de 1.952; estos hablaban sobre un misterio que había en esa casa, además de develar que alguien tuvo que haber colocado esos recortes allí hace mucho tiempo.
- Mierda; sabia que aquí algo no andaba nada bien – decía Carson, en el momento que escucha un ruido como de pasos lentos, aunque lo más extraño, era que los pasos se iban acumulando más y más, pero no se hacían ver.
Tras sacar una linterna para poder iluminar mejor el lugar, unas diez muñecas se arrojan sobre el oficial; mientras las demás lo mordían por todos lados, una en especial, se acercó con un enorme machete, el cual utilizó para cortarle la cabeza. El hombre ni siquiera había podido lograr gritar.
Simonson había logrado escuchar algo, aunque no sabia con certeza de dónde provenía tal ruido. Lentamente, se acerca hacia la cocina, cargando una enorme escopeta y esperando encontrar algo. Al llegar allí, observa que la alfombra había sido movida, escondiendo una puerta. Apurando el paso, el oficial se apresuró a abrirla, encontrando a su compañero totalmente despedazado y destripado; allí abajo parecía un festín de vísceras.
- Entren todos ahora!! Cutters está muerto – gritaba Simonson, sin dejar de sostener firmemente la escopeta, dispuesto a disparar ante el primer movimiento.
Los demás hombres entraron a la casa; en eso, Simonson toma su radio diciendo: - Oficial caído, oficial caído. Necesitamos refuerzos lo más rápido posible en “La Mansión de las muñecas” en Forest Hills; apresúrense maldita sea! Este lugar está endemoniado –
En eso, estando ya todos dentro, todas las puertas y ventanas de la casa se cierran violentamente, dejando a todos a merced de quien sabe qué.
Por su parte, el sheriff Carson intentaba abrir la puerta de una habitación, pero se encontraba totalmente cerrada; - Estos malditos, piensan que cerrando las puertas van a esconder algo – decía, mientras realizaba el mismo procedimiento, dispararle a la cerradura.
Al entrar a la habitación, se encuentra con las cabezas de Ivonne, Clay y el señor Nash, encima de una enorme cama, lo cual aterró al hombre, quien, tomando su radio comunicó: - Suban todos, encontré a las victimas –
Esperando los refuerzos, los demás hombres subieron rápidamente por las escaleras, yendo junto al sheriff. Algunos, muy asustados, no paraban de sudar. – Recuerden que no deben perder la calma; esto no es “Dimensión desconocida”, es la maldita realidad – decía Simonson, comandando el equipo en ese momento.
Al entrar a la habitación, todos pudieron contemplar y aterrorizarse a la vez, viendo las cabezas cortadas de las desafortunadas víctimas. Hasta provocó el vómito de varios oficiales bastante impresionables.
En eso, la puerta que se escondía detrás del armario anteriormente, se abre sola, proviniendo un sonido como de risas suaves, lo cual aterró a la mayoría.
- Entremos todos a la cuenta de tres… 1 … 2 (respiración profunda de por medio) 3!! – ordenaba Carson, al momento que entraban a la habitación que estaba a oscuras, además de tener un hedor asqueroso.
Las luces se habían encendido como por arte de magia; todos pudieron ver a la anciana disecada, muerta hacía varios años, en su silla de ruedas y sorprendiendo a todos; en especial al oficial Winstead, el cual empezó a dispararle repetidamente con su escopeta hasta hacerla caer.
- Primero mi pequeña hermana y ahora mi abuela; todos ustedes van a morir aquí, malditos cerdos hijos de puta! – decía Dolly, la cual hizo su aparición, junto a decenas de muñecas que la rodeaban.
Todos quedaron congelados del pánico, sin entender qué era lo que sucedía en ese lugar. Aunque todos dieron la advertencia de que esa casa estaba maldita y nadie podía salir de allí una vez dentro.
- Abran fuego ahora! – ordenó Carson, mientras sus hombres apuntaban directamente a la joven y las demás muñecas, disparándoles sin parar. El festín de tiros no cesaba por un segundo; las muñecas iban cayendo una a una, aunque tan solo tardaban unos instantes en volver a levantarse.
El sheriff le disparó a Dolly en el rostro, volándole la cabeza tras el potente disparo. La que se encargaba del cuidado de las muñecas había muerto y ellas quedaron totalmente desprotegidas y sin nadie que pueda guiarles el camino.
- Ya no nos quedan más balas jefe – expresó Simonson, desesperado por seguir disparando, hasta que nada quedase en pie. En ese momento, todas las muñecas heridas volvieron a levantarse, aprovechando el momento y arrojándose sobre todos ellos, destripándolos, despedazándolos, triturándolos y todos los demás verbos que caben dentro de esta oración.
Carson logró salir de la habitación, sacando una pequeña pistola, la cual siempre tenía escondida en sus botas tejanas. Bajando por las escaleras y perseguido por todas las muñecas que había en la enorme casa.
Al cruzar por la puerta, se metió en uno de los autos, asegurando bien las puertas de éste y procediendo a encenderlo posteriormente. Pero varias de las muñecas lograron arrojarse encima del auto, necesitadas de la sangre del hombre.
- Malditas muñecas; no van a joder conmigo. Voy a matarlas a todas! – expresaba el sheriff, mientras conducía lo más rápido que podía, intentando formular un plan para acabar con la pesadilla.
Las muñecas empezaron a romper los vidrios del auto, ya quedaba muy poco tiempo, antes de que Carson también muriera en manos de estos juguetes asesinos.
Colocándose el cinturón de seguridad, y sacando de su bolsillo una fotografía de su esposa Betty y su pequeña hija Amber, el sheriff dice: - Las extrañaré mucho; “Chaussure malditas muñecas” (adiós malditas muñecas en francés). Dirigiéndose a toda velocidad a una planta de energía que se encontraba al costado del camino, el sheriff impacta contra una enorme torre, la cual desató una gran cantidad de electricidad.
Quemándose muy rápidamente, el auto explotó en mil pedazos, destruyendo no solo a las muñecas, sino también, todo lo que se encontraba a los alrededores.
Lo que parecía una búsqueda inicial, terminó convirtiéndose en una terrible masacre, la cual cobró un enorme número de víctimas y derramó mucha sangre. El pueblo de Forest Hills estaba maldito; aún la enorme mansión esperaba paciente por nuevos visitantes.


SEIS MESES DESPUÈS…


Luego de aquel terrible incidente, nadie volvió a acercarse a “La Mansión de las muñecas”, ni siquiera a Forest Hills. Se pensaba que allí habitaba el mismo demonio.
Lupe intentó volver a su vida normal, pero fue casi imposible; las pérdidas que había sufrido fueron muy grandes, la rehabilitación la trastornaba cada vez más, por eso su padre decidió internarla en el “Hospital Berstold”, lugar donde recibiría tratamiento psicológico hasta que pudiese mostrar mejorías y volver a su hogar.
Sentada en una silla de hierro, con las manos sobre la mesa, completamente vestida de blanco, la bella Lupe, bastante venida de menos, con muchas ojeras y despeinada, recibió la visita del Dr. Grey.
El hombre se entendía bastante bien con la joven, pero con la desventaja que Lupe, desde que ocurrió el incidente, emitió muy pocos palabras; prácticamente no hablaba con nadie, ni siquiera con su padre, el cual la visitaba una vez al mes.
- ¿Cómo estás Lupe? Sabes, es bueno estar aquí contigo; afuera hay una lluvia horrible y está todo muy oscuro. Debo decirte que has avanzado bastante desde que llegaste aquí, estoy orgulloso de ti – decía el hombre, sacando su bolígrafo y su bloc de anotaciones.
- ¿Cuándo regresaré a casa? – preguntaba Lupe, mirando sin pestañear hacia el piso, totalmente pálida y con una voz muy débil.
- Estoy seguro que muy pronto. Pero primero necesito que me cuentes qué fue lo que verdaderamente pasó esa noche en “La Mansión de las muñecas”. Sé que no quieres recordarlo, pero es la única forma en que podrás vencer a todos tus fantasmas y acelerar la recuperación – respondió Grey, quitándose los lentes.
La muchacha seguía con la misma expresión, pero las lágrimas no podían ocultarse, señal de impotencia y tristeza a la vez. Todo lo que le hacía recordar ese día la ponía histérica, varias veces hasta había intentado quitarse la vida.
El Dr. procedió a darle su medicación, un calmante muy potente y efectivo, el cual, en momentos de mucha tensión, podía hacerla dormir hasta diez o doce horas. Una vez más, el hombre había fallado en el intento de sacarle información a Lupe; cargándola en sus brazos, llama al enfermero Hernández, diciéndole que la lleve nuevamente a su habitación, necesitaba descansar y ponerse cuerda nuevamente.
Grey había escuchado durante seis meses consecutivos sobre la maldición que habitaba en “La Mansión de las muñecas”, pero nada le hacía estar distante, sabiendo que allí de veras algo estaba fuera de lugar.
Solo restos del cuerpo de Carson pudieron ser encontrados, los cuerpos de los demás oficiales fue todo un misterio, ya que no había ningún rastro de ellos. Hasta el día de hoy, el pueblo de Forest Hills está prácticamente deshabitado; la gente de a poco se fue marchando del lugar, dejándolo como un desierto rodeado de puros árboles.
Nadie jamás volvió a entrar a “La Mansión de las muñecas”; el lugar permanece constantemente cerrado y sin ningún sonido, proveniente de allí.
La maldición parece seguir en pie y esperando el momento de volver a convertirse en la peor pesadilla de todos.




THE END
Soulvalentino13 de mayo de 2008

1 Comentarios

  • Eleazar

    lo siento no pude terminar de leerlo, por ser demasiado extenso y no dispongo de mucho tiempo ahora, pero lo que he leido me ha gustado... prometo terminarlo.

    13/05/08 07:05

Más de Soulvalentino

Chat