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Próxima Parada: El Infierno (continuación)

Mientras tanto en San Fernando (California)

Noodle había regresado de la playa, trayendo unas cuantas cervezas a la casa, ya que en menos de una hora comenzaría el partido de los Knicks contra los Clippers. Tras dirigirse hacia el baño a orinar, escucha el molesto sonido de su celular.
El número no era otro más que el de Brenda, la ex novia de Pete, que hasta ese entonces no tendría mucho significado a la hora de realizar una llamada. Además, se suponía que no existía comunicación alguna hacía un buen tiempo.

- Noodle; disculpa por llamarte a estas horas, pero necesito saber dónde está Peter. Fui a buscarlo a su casa y no estaba allí, así que pensé que podría estar contigo… me he cansado de llamar a su celular y no responde. ¿Podrías decirme que le sucede? Necesito aclarar unas cosas con él, con bastante urgencia – decía la bella mujer a través del teléfono.
- Deberás ir hasta New Jersey si quieres hablar con él – respondió Noodle, un tanto cortante como siempre.
- ¿Para qué fue hasta allá? No me digas nada… me imagino que sigue con la estúpida idea de investigar casas embrujadas –
- Estás en lo cierto. Más precisamente está en la casa de las hermanas Clayton… no, espera, no era así… son las hermanas Duvall, No, espera… tampoco era así… … Dumont!, las malditas hermanas Dumont – intentaba explicar Noodle.
- Era todo lo que necesitaba saber. Gracias – dijo la mujer, colgando el teléfono y terminando la más rara conversación que podía presentar tal momento.
Sin importarle nada, Brenda tomó las llaves de su auto con las intenciones de ir hasta New Jersey, lo cual demostraba que lo que pretendía arreglar era bastante serio, aunque no explicaba mucho. No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.


Día 5

Ya había amanecido nuevamente, aunque Pete no podía si era de día o de noche, ya que no podía verse nada del exterior, ni siquiera sentir el clima que afuera reinaba, el cual era un frío bastante intenso.
El hombre ya había perdido el sueño por completo, habiendo logrado convertirse en uno más de los monstruos de esa enorme casa. Su aspecto era terrible, una cara sudorosa y cansada, con unas ojeras sumamente marcadas, despeinado y muy borracho, de más está decirlo.
Había comprendido que era la peor víctima hasta el momento; la más torturada, y con la que las hermanas Dumont jugarían hasta que la locura sobrepase el nivel de explicable y se produzca lo peor…
Éste además había perdido el conocimiento de todo; ya no le importaba escribir su libro, dejando sus escritos inconclusos, sin esa pizca de lo que lo convertía interesante. Nadie lo leería, así que de todas maneras no importaba.
- Estas perras no van a salirse con la suya… por lo menos no conmigo – decía Pete, dejando su botella de whisky sobre una bella y pequeña mesa barnizada, dirigiéndose rápidamente hacia la cocina.
De allí, tomó una botella de kerosene vieja y mugrosa, siendo lo primero que le llamó la atención desde que había llegado a la casa. Perecía estar desquiciado de más, aunque a cada segundo demostraba esa extraña e irónica actitud.
Con la misma, empezó a rociar las rocosas paredes, intentando en su subconsciente quemarlas, como si algo así fuese a destruir tan sólida protección. Pero ya no había mucho que pensar, en un momento así todo perdía sentido alguno.
- Quieren jugar sucio… entonces hagámoslo. A la mierda con todo esto!! – decía Pete, tomando su zipo de su bolsillo y encendiendo las paredes, las cuales rápidamente se cubrieron en ardientes llamas, pareciendo el infierno en la tierra.
Sentado en el medio del ático, Pete tomó su botella de whisky, bebiéndola sin parar y tan solo esperando que el fuego cubriera toda la casa, consciente de que no tenía la más mínima posibilidad de salir de allí, antes de morir asfixiado.
Por su parte, Brenda había llegado a New Jersey, sin rumbo, ya que no tenía la menor idea de cómo ubicar a Pete. Era como buscar los restos fósiles de un dinosaurio extinto hace millones de años. Desesperada, toma su celular y llama nuevamente a Noodle, siendo que él debería saber más cosas de las que no había querido decir.
El hombre toma su celular, un poco inconsciente aún de todo el alcohol que había ingerido la noche anterior, cosa que hacía todos los días de la semana; al ver que otra vez era Brenda, obviamente no la quiso atender, aunque… sentía algo de curiosidad en saber si había ido o no hasta New Jersey, por lo tanto decide hacerlo.
- Qué es lo que quieres esta vez?… preguntaba Noodle, con una voz poco entendible.
- Necesito que me digas cuál es la dirección donde está Peter, sé muy bien que tú la tienes. Desafortunadamente, no hay nada que Peter no te diga… - expresó la mujer, un tanto harta de estar regateando.
- No tiene ninguna dirección… la casa de las hermanas Dumont está en medio del desierto, no hay casas a los alrededores, no vive allí nadie que pueda ser de ayuda. Aunque no es difícil encontrar el lugar, ya que es la única mansión perdida del resto – explicaba Noodle, colgando el teléfono y arrojándolo al piso, para seguir durmiendo.
Brenda comenzó a guiarse por los carteles, siendo que alguno debería hacer referencia a un camino, o algo que indique dónde se encontraba esa casa, ya que era algo de mucha importancia para la población.
El calor que inundaba toda la casa era realmente asfixiante, Pete no podía parar de toser de todo el humo que lograba tragar; ya era muy difícil estar allí dentro, como una especie de caldera a la que echan a alguien para torturarlo.
De repente, unas figuras comenzaban a vislumbrarse en medio de todo ese ardiente fuego, como una especie de ilusión en tres dimensiones. Francamente era lo más alucinatorio que uno podía llegar a sentir. Claramente, al tomar más forma, podía notarse que eran Clarice, Vivianne y Samantha Dumont, las cuales estaban siendo testigos de como su hábitat estaba siendo destrozado por un escritor venido a menos.
Al contemplar esto, Pete solo sonrió y bebió un sorbo largo de su whisky: - Ya era hora que aparecieran, me estaba aburriendo de tragar humo –
Estas tres mujeres no tenían el mismo rostro que Stephanie, la más pequeña; por el contrario, tenían un rostro mucho más de enojo y su expresión era completamente diferente, siendo que vivían y contemplaban el fin de su legado.
Rodeando al hombre, las tres hermanas estiran sus brazos, pretendiendo tomar su cuello, a lo que éste no se resistió. Peter Benz sabía perfectamente a lo que se atenía, solo que no quería reconocer, debido a su enorme orgullo de escritor supersticioso.
Resistió hasta donde pudo, hasta que finalmente su rostro comenzó a tornarse sumamente morado, y llegó la hora de su horrible y escalofriante muerte; prácticamente la peor de todas.
La casa empezaba a destruirse y las rocas que cubrían todo el entorno, comenzaban a desaparecer lentamente, como si también fueran consumidas por ese fuego infernal. Unos gritos estruendosos hicieron escucharse muy a lo lejos, siendo las mismas hermanas Dumont que se habían quedado sin su atesorado hogar.
Brenda había llegado hasta el lugar de los hechos, encontrado solo escombros que terminaban de quemarse, no habiendo quedado absolutamente nada. Allí no existía asistencia de bomberos, ya que éstos ni siquiera podían enterarse, dado lo lejano y desierto que se encontraba ese lugar.
Bajándose del auto, la mujer comienza a llorar desconsoladamente, viendo que había llegado muy tarde; y en gran parte, se sentía culpable de la muerte de Pete, siendo que desde que se habían distanciado, el hombre empezó a ahondar en su locura, obsesionándose con el estudio de fenómenos paranormales, conociendo las consecuencias al pie de la letra.
En medio de todo ese fuego casi extinto, había algo que brillaba, haciéndose cada vez más intenso con el sol; era la copia de un CD, que tenía escrito “Próxima parada: El Infierno”. Así es, no todo el trabajo del hombre había sido en vano; una persona tuvo la gran suerte de encontrarlo… un halo de luz en medio de toda la oscuridad.
A ciencia cierta nunca se supo qué era lo que Brenda tenía que hablar con Peter… tal vez un acuerdo, o la posible idea de regresar juntos; nadie lo sabe. Pero lo cierto, es que la mujer logró hacer publicar el libro basado en los hechos reales ocurridos en Raconteur City (New Jersey), en la casa de las mismas hermanas Dumont.
La gente centró mucho su interés en este libro, logrando una gran cantidad de ventas en muy poco tiempo. Por fin, Peter Benz podía ser considerado importante una vez en la vida, era lo que siempre había buscado y anhelado…



THE END
Soulvalentino12 de abril de 2009

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