Nada podría apartarle ya de ella tras ese beso, sintió como el calor de los labios de Mara recorrían su cuello y dos afilados incisivos se clavaban como estiletes en su yugular. El dolor se transformó en una húmeda sensación de placer que recorrió su espina dorsal, debilitándole hasta desvanecerse.
Al despertar ella seguía allí mirándole con ternura, desnuda, pálida como la luna. Daniel descubrió en ese instante la belleza de la oscuridad eterna.
Me encantan tus relatillos, as? que no, se?or pirata, no s?lo tienen valor para ti.
Te he encontrado por casualidad, pero t? ahora, sin casualidad, si quieres ver puedes los m?os (quid pro quo). En todo caso juro que mi opini?n no cambiar? -la elegancia es lo ?ltimo que se pierde-, pero te adelanto que no admito cr?ticas negativas (el silencio es mucho m?s bonito).
Saludos y todo mi apoyo (si es que tiene valor para ti).